El papel de las mujeres en la Grecia clásica
Fecha: 25 octubre, 2024 por: dariomartinez
Sin rodeos: no eran ciudadanas, no podían intervenir en la política, excluidas del hacer diario y decisivo de la ciudad, no participaban en las asambleas y menos debatían sobre temas de máximo interés para el buen orden (eutaxia) del Estado. Su libertad no era pública, su libertad era doméstica, es decir: privada. En el espacio público su virtud era el silencio. Como mujeres habían de ser sumisas, agradables, bellas y madres. Fieles y dominadas por los sentimientos, de ahí su debilidad, y su habilidad para tratar con los niños, los enfermos y atender las tareas del hogar. Esta visión, esta vinculación de lo que las mujeres son con su género asignado contra su voluntad, no con su sexo, las condenada a la exigua obediencia. Es el pathos que dominaba en la Grecia clásica y Atenas no era la excepción. Empero las mujeres no podían tratar sobre asuntos de la ciudad, se las marginaba y se las ridiculizaba. Su ser permanente más irracional y sensible no estaba por naturaleza, esencia invariante al cambio, capacitado. De ser posible su presencia en la política abocaría al desastre, sin nomos el caos. Esta es la forma risible de verlas que sirve de trama a varias de las comedias de Aristófanes: Asamblea en las mujeres o Lisístrata. Esto, con todo, no debe dirigirnos al rechazo global del pensamiento griego del que somos herederos.
Pero también hay contenidos reflexivos, filosóficos, políticos, científicos, estéticos que han de ser rescatados, tratados, analizados, y usados para intentar solucionar problemas de nuestro presente en marcha conflictivo y cambiante. Platón asegura en la República (VII, 455d-e) que no hay en ellas nada que por naturaleza impida que puedan acceder por méritos propios al gobierno de la ciudad, puede ser su alma racional la guia de su hacer como ciudadanas y como gobernantes, puede por tanto ser su hacer moderado, fuerte y por sabio justo, esto es dirigdo al Bien.
Por otro lado, está la figura del dramaturgo Eurípides. Su trato de las mujeres es diferente. No pueden ser educadas como ciuaddanas comprometidas con el bienestar de la ciudad, pero sí pueden acudir al teatro. Ese lugar para ver privilegiado es un vehículo coordinador de ideas esencial, llega al espectador, emociona, es catártico, añade nuevos puntos de vista, plantea nuevos dilemas morales y éticos, pone a sus héroes en situaciones irresolubles (aporías), enriquece el vocabulario y el entendimiento sobre los asuntos cotidianos de la sociedad. Pone en su tragedías en cuestión la voluntad de los dioses, deplora la arbitrariedad de voluntades inexpugnables al saber humano, rechaza su hacer ajeno a cualquier valor ético y/o moral: «No deben- dice Cadmo en Bacantes– los dioses asemejarse a los hombres en su cólera» (1348). Cuestiona muchos de los órdenes políticos del momento por su perversidad. En todo ello el protagonismo por igual es del hombre y de la mujer. Ellas tienen el honor de dar nombre a muchas de sus tragedias: Medea, Ifigenia en Áulide, Helena, Hécuba, …; ellas toman las decisiones más difíciles, ellas no quieren ser sumisas, libremente sacrifican su condición de madres, incluso por la cruel vía de la violencia vicaria (Medea), ellas desafían la voluntad de sus padres, reyes y maridos, caso de Ifigenia o Ágave. Participan de decisiones políticas, son heroínas, se sacrifican por Grecia no sólo por obediencia a voluntades ajenas de dioses o de reyes y a la vez padres (Agamenón). Ellos (Penteo, Jasón, Agamenón, Menelao) también sufren como las mujeres.
Aspasia de Mileto. Acude a Atenas, domina el arte de la retórica. No hay prácticamente textos sobre su obra. Lo que de ella sabemos son testimonios, parece ser que muchos de ellos fiables, sobre su vida y su hacer como pensadora. Tiene un protagonismo secundario, no por voluntad propia, sino por una realidad que no posibilitaba otra cosa; las leyes del momento le impedían exponer los textos fruto de su reflexión al público. Platón en el diálogo Menexeno nos dice de ella que era una experta en el dominio de la retórica, de argumentos epidícticos, no por demostración o apodícticos. Casada con Pericles, vivía de la organización en la ciudad de Atenas de casas destinadas a los placeres sexuales, es decir comerciaba con rameras. Creó una escuela para niñas y ofrecía en ellas otro tipo de educación, no la dirigida a ser buena esposa y sumisa como en la escuela de Braurión. Fue acusada como tantos otros filósofos de impiedad, supo defenderse, probaría su habilidad en el uso de la palabra y su vínculo con muchos de los más grandes pensadores de su tiempo. Para saber más sobre su figura histórica puedes acudir al siguiente enlace: https://www.youtube.com/watch?v=6W5Rw1cUPIE
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