De las fiestas
Fecha: 26 julio, 2018 por: dariomartinez
Nos dicen los filósofos griegos que las fiestas son necesarias porque alivian nuestras mentes fatigadas.
Somos un país de larga tradición en lo referente a las fiestas, motivo de rechazo y de típicos tópicos desafortunados. No lo vamos a refutar, lo aceptamos, hagámoslo nuestro. Somos amantes de la diversión en comunidad. Ahora bien, otra lectura es posible, lo somos porque necesitamos dejar a un lado la prosa de la vida, la rutina, la fatiga, el desafecto, el desencuentro, la discusión. Son las fiestas esas válvulas de escape fundamentales encargadas de eliminar presión en forma de estrés, angustia, soledad, silencio. Es por eso que en ellas nos encontramos con nuestros amigos, es la excusa perfecta para vernos más allá de un motivo de tristeza, de litigio o disputa, es el momento en el que nos tranquilizamos, encontramos esa virtud epicúrea llamada ataraxia (tranquilidad del alma), y luchamos por consolidar lo que ya no puede unirse más: la amistad, y lo hacemos dejando a un lado nuestras miserias, lo hacemos recordando lo agradable, las historias sencillas protagonizadas por nosotros, reídas por nosotros, entendidas esencialmente por nosotros, en un círculo vivo que nos purifica, nos revitaliza, aunque el día después sea un momento de fatiga, de sed y búsqueda inquebrantable del sofá.
Así pues, que las fiestas sigan vivas, que podamos salir de la rutina, que vivamos un momento de olvido en el que nos sintamos reconocidos, queridos, por los más próximos, por los amigos. Que sigan las fiestas para que este momento salpique al otro, por eso debemos construir entre todos un momento mágico que permita que el otro sea uno más, evitemos falsos mitos que nos hagan creer que en nuestro ombligo está la verdad, la originalidad y la pureza de lo mejor.
Disfrutemos de ellas, arropemos a los demás, y agradezcámoselo a los que están detrás y sin grandes pretensiones organizándolas entre bastidores, y hagámoslo para que este momento de alegría perdure vivo y sano, para que nuestras fatigas desfallezcan realmente. Que lo ocasional y festivo sea virtud