Conflicto entre ética y política
Fecha: 15 agosto, 2019 por: dariomartinez
El hogar del que un día fue el mundo antiguo dominado por el Imperio romano hoy es una tumba o una vía muerta a ninguna parte. El interés creciente de muchos individuos por huir de su situación de miseria por falta de recursos propios, de iras tribales sin un derecho que fije límites, de gobiernos ajenos a la justicia social en un Estado propio depauperado y con escasas posibilidades, hace del riesgo de la propia vida una necesidad. Como individuos, como personas, nuestra obligación es velar por el mantenimiento de la vida y además es obligación de todos luchar por promocionarla, por hacerla mejor. Este acto ético por excelencia se llama generosidad. Si este acto por razones que no es el momento de analizar no es posible hacerlo en el origen, la obligación entonces pasará a ser un deber en forma de imperativo en la fase final; es decir en el momento en que estas personas una vez rescatadas en el mar pidan ser llevadas a un puerto seguro donde tengan al menos una mínima opción de poder ser libres, de luchar por ser mejores y de mantener su vida. Insistimos: en este terreno los actos humanos son entre individuos, la persona individual en tanto que es como nosotros, más allá de nuestras diferencias culturales o socioeconómicas, ha de ser tratada bajo parámetros estrictamente éticos.
Ahora bien, el mismo asunto ha de ser visto también desde parámetros políticos. Los ejecutivos europeos, principalmente Italia y Malta, con el beneplácito del silencio del resto de sus socios o con un hacer diplomático pasivo, se niegan a dar entrada en sus aguas primero y ahora en sus puertos, tras la decisión de un tribunal de la región de Lacio, al buque «Open Arms» con inmigrantes (aclarar que desde el punto de vista de los países europeos son inmigrantes, desde el punto de vista de los individuos que están a bordo son emigrantes, se trasladan de un Estado a otro en busca de posibilidades de futuro y de una nueva vida que les otorgue derechos y deberes. En el terreno político no hay migrantes porque hablamos en un contexto ineludible de fronteras nacionales). Los gobiernos de cada país han de luchar por mantener la vida de sus ciudadanos, del Estado, para ello han de poner en marcha medidas políticas que den estabilidad, medidas de justicia política que permitan dar soluciones parciales a problemas endémicos, diluir las desigualdades sociales, evitar conflictos internos que conduzcan al desorden, en el caso límite a guerras civiles, atender a las reivindicaciones de los diferentes grupos sociales para poder en la medida de posible satisfacer sus demandas. Tarea poco reconocida, ingrata, pero que de orientarse al equilibrio de la justicia hará del gobernante un buen estadista.
Por tanto, la justicia política en muchas ocasiones le da la espalda a la justicia social – es decir la política a la ética-, y esto hace que en este caso particular muchos individuos se vean en terreno de nadie o fondeados sin poder atracar en un puerto que les pueda asistir, siendo así arrastrados contra su voluntad al abismo de la muerte por inanición.
Por todo ello este asunto no ha de verse en exclusiva desde el prisma ético ni desde el prisma político, no debemos olvidar que el problema será siempre en sus posibles soluciones limitado. Es indispensable triturar la idea infantil y buenista que vaticina una respuesta definitiva y armónica entre ética y política. Los filósofos griegos ya lo sabían, de ahí que a partir de ellos fuese siempre tema prioritario de reflexión, desde una filosofía política y una ética que trabajando con ideas sólo podía alcanzar soluciones orientadas a la verdad; razonables, sí, pero sobre todo problemáticas por ser esencialmente no dogmáticas, abiertas a crítica, a mejora, a otras posibilidades. Se evitaban así las consecuencias nefastas de propuestas fundamentalistas nacidas al albur de los grandes ideales. Además se abría de este modo el paso a una posible solución derivada del derecho que en su materialización diera como resultado un equilibrio tenso y difícil entre ética y política, todo ello en un intento por abrazar lo justo.