No me esforzaré, lo reconozco. Me limitaré a recoger lo ya dicho en su momento en relación con una de las materias del departamento de Filosofía. Presumo, sin ser un genio, que las nuevas propuestas en materia educativa relacionadas con una asignatura que esté en sintonía con los nuevos inquilinos de la Moncloa pueden ir en esta línea. Más que un diseño progresista, será una maraña difusa de perfil reaccionario sustentada en una idea falsa, por imposible, de una humanidad en paz, armónica y en equilibrio perfecto con la naturaleza (Krausse y su ecologismo decimonónico). Ahora reproduciré lo ya dicho en su momento, sin añadir ni quitar una coma, espero se me disculpe. También presumo que los problemas relacionados con las prácticas éticas y morales serán trasladados y reflejados en su inmensa mayoría fuera de nuestras fronteras. Así pues:
“Son frecuentes los debates sobre el contenido de una disciplina de dudosa impronta ideológica. Los apuntes argumentativos aquí recogidos son simplemente una muestra de descontento de una parte de un gremio, por lo que sabemos, abiertamente dividido como el de la Filosofía.
La nueva disciplina estrella se nos presenta como una muestra sapiencial práctica, esto es: ética y moral, encaramada en la cúspide del debate público. Eludiremos los asuntos referidos al gremio, es obvio, que cada uno, si bien dividido, persigue el mayor número de horas para sí, pero por esta misma razón el supuesto buen argumentar se torna relativo, referido al grupo, más allá de él, queda exento de validez, y por tanto irá en detrimento de sus particulares intereses. No existe lo bueno y mejor, las horas que cada uno de los departamentos reclamamos, para todos. Pero vayamos al meollo de la cuestión, sometámonos a lo que hay, a la dictadura de lo dado, y después valoremos.
Lo que era la gran perla de la nueva Ley Orgánica Educativa (LOE) se reduce a la ridícula presencia de una hora en el cuarto curso de la ESO (antes la prematuramente envejecida Ética e hija bastarda de la LOGSE contaba con dos horas en casi toda España) en aquellas comunidades gobernadas por el Partido Popular, a la sazón, la oposición política e ideológica al ejecutivo socialista liderado por ZP ¿Y a qué se debe esta decisión política? No es este el lugar para dilucidar tal cuestión. Evitaremos futuras interpretaciones malintencionadas aclarando que muchos de los puntos de vista que esgrimiremos no son en absoluto coincidentes con el principal partido de la oposición. Algunos de sus miembros ya han tragado el anterior anzuelo.
¿Qué contenidos de la nueva disciplina merecen ser puestos en suspenso? ¿Qué consecuencias conllevan? Organicemos nuestro discurso:
1.- La Educación para la Ciudadanía (EpC), al igual que la primigenia Ética, mantiene la confusión entre los términos ética y moral. La confusión se consolida, se afianza, los gestores en materia de educación de nuestro país desprecian intencionadamente cualquier criterio diferenciador entre ambas. Instalados en su plataforma nominalista consideran como disquisición metafísica el adentrarse en el intento de definición de dos términos de raigambre griega y romana con contenidos diferentes. Incluso se aprecia, en el terreno político, la asociación errónea entre moral y derecha, y ética e izquierda.
2.- El preámbulo de la disciplina reflejado en la nueva LOE reivindica una perspectiva claramente relativista. El oscurantista mito de la cultura no permite discriminar, clasificar, sistematizar, criticar e incluso valorar sobre cuestiones prácticas propias de sociedades diferentes a la nuestra. Todas las culturas son igualmente respetables, luego tanta validez moral, tanta buena práctica social, puede tener una tradición de raigambre cultural como la ablación, traumático método de esterilización sexual sobre las mujeres, o la lapidación como mecanismo legalmente elegido para ejecutar una condena.
3.- Viene intitulada la nueva disciplina como Educación para la Ciudadanía. Así, en primer lugar, se acepta sin ningún atisbo de rubor que los receptores de la asignatura son individuos no formados aún como ciudadanos, se duda de su capacidad como miembros activos de una sociedad en marcha, se supone, por tanto, que con la ejecución de sus contenidos cívicos, la nueva formación en valores del alumnado, permitirá forjar nuevos individuos comprometidos con la moral y la ética, igual da, del presente. Permitirá estar, como diría el mismo Ortega, a la altura de los tiempos. En segundo lugar, fruto de una ideología imbuida en la globalización, en el fin de las fronteras, en el vació real de términos tan rancios como nación (en sentido político, de génesis revolucionaria francesa y propia de la izquierda liberal, donde la soberanía se traslada del Rey –Antiguo Régimen– al pueblo), el individuo será ciudadano del mundo, ciudadano de todos los sitios y de ninguno, ciudadano de Canadá, Uruguay, Ucrania, o Galicia, Andalucía, Murcia,&c.; de esta manera, se abren las puertas a la existencia de tantas EpC como pueblos históricos se reconozcan, las propuestas nacionalistas estarán de enhorabuena: Educación para la Ciudadanía valenciana, madrileña, vasca, &c. Por encima de los derechos de los ciudadanos estarán ahora los Derechos Humanos, no los derechos agrupados en torno a un estado-nación sino los derechos de los ciudadanos del mundo. Así el derecho positivo de cada estado no tendrá capacidad para obligar, su formalismo a ultranza permitirá que sea legítimo no cumplir las leyes; sin capacidad coactiva las leyes se tornarán superfluas. Ahora el verdadero derecho aspirará en todos los frentes a ser trasnacional.
4.- Se pretende acríticamente ofertar valores con vocación universal cuando en realidad su alcance es mucho más reducido. Valores como tolerancia, diálogo, no violencia, solidaridad, articularán el comportamiento práctico de los nuevos ciudadanos del mundo o de cada una de las comunidades. La tolerancia será respetar al otro aunque esté equivocado, su opinión es lo prioritario, y escudada en un fundamento tan endeble como el de ser “mía”, así automáticamente adquirirá rango de verdad. No olvidemos que con Kant el sentimiento es un autoconocimiento que permite mostrar con rigor nuestra identidad, todo sentimiento es identitario y todo sentimiento merece el máximo grado de respeto; es autónomo, libre y en él nadie se puede inmiscuir; el núcleo ideológico de los nacionalismos es como vemos kantiano, es de raíz filosófica alemana. En muchas ocasiones, tolerar es combatir el error con buenos argumentos, haciendo ver a nuestro interlocutor la magnitud de su equivocación. No actuar dialécticamente, combativamente, frente al error es un acto de falsa conciencia ajeno a todas luces a la virtud. Diálogo sin límites, panacea de la resolución de todo conflicto, sin percatarse de la existencia de situaciones que se sostienen pacíficamente gracias al encuentro surgido de la ausencia de diálogo sobre asuntos de especial sensibilidad política, moral o ética. No violencia como si esta siempre fuese irracional; no es fútil subrayar la racionalidad propia de prácticas científicas experimentales, en la investigación médica por ejemplo se trata con ratones con el objetivo de paliar patologías humanas graves, caso del cáncer, y es evidente que los roedores objeto de experimentación son elegidos contra su “voluntad”, son coaccionados, no se someten por gusto; y no digamos en el caso de las prácticas violentas, de unir y separar, propias de muchas intervenciones quirúrgicas. Solidaridad entendida con alcance universal cuando puede ser jurídicamente, políticamente y moralmente reprobable. Un grupo de ladrones o de asesinos actúa solidariamente con cada uno de sus miembros, pero sus actos prácticos frente a terceros son inaceptables y ni mucho menos virtuosos.
5.- En relación con la joya de la corona de la nueva asignatura, la persecución por todos los medios, no violentos, dialogados, de la paz. Pero, ¿cómo la entendemos? Universalmente no es propia de este mundo, estaría en el ámbito de lo celestial, de ahí que muchas de las propuestas del actual ínclito de la Moncloa, coincidan, sin que los voceros de la buena nueva (léase Alianza de Civilizaciones) se den cuenta, con la Santa Sede. La pregunta que debe hacerse para comenzar a entenderse es: ¿qué paz? Y esta tiene una respuesta, la de los vencedores (Hegel), la que viene tras la consecución de la victoria por medios no pacíficos, en muchos casos bélicos. Por tanto, existen diversas paces, y a la historia nos remitimos: la paz romana, la paz soviética, la paz cristiana, la paz musulmana, la paz americana, con contenidos diferentes y en ocasiones enfrentados a muerte. Por este motivo, en el mal llamado “proceso de paz vasco” (supone una guerra previa no existente, o al menos que se sepa objetivamente no declarada) se habla de ideas diferentes, la coincidencia es estrictamente fonética, más allá de las emisiones de aire, acudiendo a su contenido, el término paz se torna equívoco; para unos será la victoria de Euskalerría, la independencia del Estado español, la anexión de Navarra y el País Vasco Francés, la instauración de un modelo político socialista y la abolición de la propiedad privada, y para otros será la del Estado autonómico, la de la Constitución de 1978, la de una democracia capitalista de corte socialdemócrata respetuosa con la propiedad privada. Y, en la misma línea, se habla de “Cultura de la paz”, dando a entender la incultura de la guerra, como si esta fuese no humana y bestial, siempre irracional y gratuita.
6.- Y definitivamente, solamente mencionar el resbaladizo tratamiento ante el que se enfrentará el profesorado al tener que argumentar sobre cuestiones reñidas en ocasiones con la razón, al adentrarse en asuntos del campo de los sentimientos, del comportamiento individual, de sus relaciones amistosas, etc.”