De los balcanes asiáticos
Fecha: 16 septiembre, 2021 por: dariomartinez
La ocasión la pintaron calva y me sonrío el destino. Tiempo de descongestión tras unas pruebas selectivas exigentes y exitosas. Inicio una nueva etapa ahora como profesor en prácticas del cuerpo de secundaria.
El tema de hoy está inmerso en el presente, es de una actualidad casi diría que apabullante. Los talibán se hacen con el poder de Afganistán. La lucha por el control de Asia Central una necesidad imperiosa para los tres grandes protagonistas de la política global: Estados Unidos, China y Rusia, y esto no dicho por mero capricho o de forma infundada sino que es articulado en una maraña de realidad derivada de unas características nacionales (e imperiales) como puedan ser: población, extensión territorial, desarrollo tecnológico, poder militar, domino económico y finalmente su nematología cultural (idioma, tradiciones, historia) en forma de mitos dominadores construidos por sus élites intelectuales a mayor gloria de su país, de sus ciudadanos, es decir de su eutaxia o permanencia de su ser como Estado con capacidad de decisión internacional. Es por este motivo que en la geopolítica actual:
«Los Estados-nación [diríamos que políticos e históricos y no étnicos una vez holizadas en algunos casos sus parcelas regionales e incluso tribales]siguen siendo las unidades básicas del sistema mundial […] En esa competencia, la situación geográfica sigue siendo el punto de partida para la definición de las prioridades externas de los Estados-nación y el tamaño del territorio nacional sigue siendo también uno de los principales indicadores de estatus y poder» (Brzezinski 2001: 46).
Y añade para aclarar el asunto de lo que estamos subrayando, y este es su peso decisivo, que por encima de la ética (de la ciudadanía del mundo) y de la moral (de grupos de poder más allá de las fronteras nacionales aliados en un especie de liberalismo sin fronteras, democrático y fin de la historia -Fukuyama) está la política entendida como pervivencia del Estado:
«Hasta hace poco, los principales analistas de la geopolítica debatían sin el poder terrestre era más significativo que el poder marítimo y qué región específica de Euroasia es vital para obtener el control sobre todo el continente. Uno de los más destacados, Harold Mackinder, inició las discusión a principios de este siglo con sus conceptos sucesivos sobre el «área pivote» euroasiática (que incluía a Siberia y gran parte de Asia Central) y, más tarde, del heartland (zona central) europeo centro-oriental como el trampolín vital para la obtención del dominio continental. Mackinter popularizó [añadiríamos que con poco éxito entre nuestro políticos] su concepto de heartland a través de una célebre máxima: Quien domine Europa Central dominará el heartland; quien gobierne el heartland dominará la isla mundial; quien gobierne la isla mundial dominará el mundo […] La geopolítica se ha desplazado de la dimensión regional a la global, considerando que la preponderancia sobre todo el continente euroasiático es la base central de la primacía global» (Brzezinski 2001: 47).
Políticamente hoy actuar de mala fe significa ignorar la importancia estratégica de este vasto territorio, de sus recursos, y de su situación privilegiada a la hora de poner en marcha dinámicas económicas y de distribución de mercancías esenciales (ruta de la seda como antecedente). No hay mayor ejercicio de desconocimiento político que el de aquellos que programan y sitúan como telos de su actividad de gobierno el lograr el bienestar de los ciudadanos del mundo más allá de lo que dados los límites legales de su poder son sus gobernados. Gobernar para todos, no sólo globalmente, sino en aras del futuro bienestar humano, animal, y si llega el caso extraterrestre, es gobernar para nadie. Es un operar tan amplio que exime de responsabilidades ejecutivas. De este modo en sus intenciones se halla su penitencia, en los resultados no deseados el error de cada uno de los sujetos dominados como consecuencia de su libertad individual sin límites y atiborrada de responsabilidad ética. Como consecuencia la práctica moral y política son neutralizadas sino subordinadas en exclusiva a los afectos y acciones de cada ciudadano del mundo. Alienado por una idea mito como la de la felicidad («canalla» en términos de Gustavo Bueno) y cada vez más próximo a la depresión, a la angustia, y a la soledad de la asunción de las metas no conseguidas se convierte en un «individuo flotante» tan estéril como indiferenciado. Su campo seguro de fama se delimita y a la vez que se despersonaliza se va convirtiendo en «uno más». De su ansia por materializar su sueño de transformarse en famoso vía «me gusta» y gracias a las redes sociales se pasa sin comprender el porqué (se quiebra la perversa idea «si quieres puedes») a la más absoluta insignificancia, a formar parte del ejército de ciudadanos indiferenciados con derecho al voto.
Ciego por la intervención de Occidente y de otras potencias limítrofes, herido, dolorido, aferrado a la tradición para mantener las prevendas de quienes mandan, consolidando su neofeudalismo tribal y asegurando su odio e ira hacia quienes quisieron imponer lo imposible, el nuevo Emirato afgano logra doblegar los planes imperiales y de control de la toda poderosa potencia estadounidense. China actúa, Rusia actúa, pero son Nadie, son los nuevos héroes homéricos de hoy que están fraguando su rumbo político. Ya nadie puede ayudar al mal herido Polifemo (Afganistán); «Nadie» a modo de demiurgo en la sombra ordena el nuevo mapa geopolítico mundial.
«Al oír sus clamores, de todos lugares llegaron y paráronse en torno a la gruta, inquiriendo la causa:
-Polifemo [Afganistán], ¿qué cosa te enoja que das tantas voces en la noche inmortal y a nosotros despiertas de pronto? ¿Ha venido quizá algún mortal a llevarse tu hato [sus recursos minerales principalmente y el control de su producción de opio]? ¿O te matan usando engaños o bien con la fuerza?
Y con su gruesa voz Polifemo clamaba en la gruta:
–Nadie, amigos, me mata engañándome y con la fuerza.
Y con estas palabras aladas dijéronle ellos:
-Pues si nadie te fuerza y habitas tú solo la gruta, evitar no se pueden los males que Zeus nos envía. Pero ruégale tú a Poseidón, ya que el dios es tu padre» (Homero, 1990: 144)
Un gaseoducto desde Siberia Central hasta el Océano Índico pasando por antiguas repúblicas soviéticas (v.g. Tayikistán y Kirguizistán) y el territorio occidental de Afganistán (Herat) una posibilidad más plausible, un control por parte de China del litio para su potente y nueva tecnología una realidad futura más cercana. Después de aceptar Occidente el gambito de dama en forma de invasión de su territorio, las dos grandes potencias asiáticas toman la iniciativa del tablero político mundial. En Europa nuestros políticos presos de ideales éticos que no permiten entender y prever la política actual, sin prudencia, hacen que sus prognosis estén abocadas al fracaso, a la esterilidad. Los ideales son inútiles, inoperantes, es decir metafísicos. El hiato entre su finis operis, sus resultados derivados de sus planes, y su finis operantis insalvable. Hacer de Afganistán una democracia tomando como modelo las sociedades del primer mundo capitalistas una utopía.
Sobre la situación de la mujeres afganas. Casi todo sabido. El relativismo posmoderno racionalmente demolido por la realidad. No todas las culturas son iguales, no todas merecen el mismo respeto. No hay un equilibrio y menos una armonía entre culturas y estados en marcha. Hay sociedades políticas más potentes y con capacidad de dominio, es decir de poder transformador y en el límite aniquilador. Desde nuestras sociedades atesoramos la posibilidad racional de poder describir, explicar, entender e incluso controlar en momentos puntuales otras sociedades, en cambio desde estas, desde aquellas que son ajenas a nosotros, la situación inversa es imposible. Su forma de entendernos pasa por mitos en forma de voluntades tan arbitrarias y abstractas como desconocidas; desencadenan fidelidad, organizan puntos de vista dogmáticos anclados en el pasado, pero no permiten convencernos, cambiar nuestras voluntades para dirigirnos hacia lo que se supone más útil y mejor.
Su ser pasará pues por su aislamiento. Su organización social, a todas luces discriminatoria con la mujer, avalada por lo revelado, fuente sapiencial a interpretar por el verdadero y puro fiel, el impío expulsado del terreno fértil de la razón. Por tanto, la mujer es controlada si la estructura del estado que se activa se fragua en la tradición. Darle la espalda a las tecnologías, a los saberes precisos paridos por el hacer especializado de científicos que conociendo la realidad, su esencia más allá de nuestros sentidos, sabiendo de su dinámica no organoléptica pero sí real, y dando cuenta de lo que sólo era aparente y desconocido, o sea geometrizando y demoliendo sus causas y con la capacidad de repetir los resultados y construir verdades, significa actuar en el presente privilegiando la fuerza sobre la habilidad inteligente y mediada por aparatos. Pues bien, este saber anantrópico (el sujeto operatorio y gnoseológico ha sido segregado del resultado de su saber con sentido), positivo y científico en forma de teoremas y de instrumentos eficaces iguala a hombres y mujeres.
La vuelta al campo, a lo estrictamente rural apega al más débil al terruño, nada hay en ello de poético, ni de bello, ni justo, lo que sí hay es un poder tiránico de héroes sin credenciales en su parcela segura de actuación. La tribu prospera, el estado se esfuma. Por habilitar la posibilidad efectiva de prestar instrumentos de superación y méritos a las mujeres los saberes científicos, tecnológicos y filosóficos han de ser erradicados, son ellos los que nos prepararon para la crítica demoledora de lo divino; esfumándose lo sacro el corrompido funcionamiento del nuevo Emirato afgano se quebraría. La censura el mejor antídoto contra el cuestionamiento de los dogmas. Pero los muros sólidos del desequilibrio y el ninguneo tan pertinaz como sistemático e irracional hacia las mujeres no pueden ser derribados. Su núcleo de poder no es otro que el espacio vacío e interior protegido por sólidos muros de piedra, recinto público y privativo del ser persona de las mujeres. Para materializarlo se desvinculan del exterior a la vez que facilitan la defensa fundamentalista de sus presupuestos, ahora convertidos en todas las noticias en los actuales males de los grandes ideales (emic). Hoy Afganistán representa los sólidos muros de Tirinto. La naturaleza de su ser está en sus enemigos y en el apoyo tolerante de sus amigos.
En esta situación hemos sabido hoy de la estratégica alianza militar entre Estados Unidos, Reino Unido y Australia. No es casualidad, es una cuestión de causalidad política. «La guerra es una continuación de la política […] la guerra no es sino una parte del comercio político y no es, por sí misma, una cosa independiente» (Clausewitz,2005: 803) , de otro modo: construye buenos subamarinos nucleares para el control por la fuerza de tus ejércitos de las aguas del Pacífico, y si me apuran del Mar de la China Meridional. Europa sin enterarse.
Bibliografía
Brzezinski, Zbignieew (2001). El gran tablero mundial. La supremacía estadounidense y sus imperativos geoestratégicos. Paidós. Barcelona.
Clausewitz, C. Von (2005). De la guerra. Obelisco. Barcelona
Homero (1990). Odisea. Introducción y notas de José Alsina. Planeta. Barcelona