FILOSOFÍA Y ARTE II, DESDE LA IMAGEN
Fecha: 27 abril, 2023 por: dariomartinez
SelçukErdem. Fuente:
https://twitter.com/selcukerdem/status/1438588899941572613?s=20&t=SMupPjfX1mcSz33c5XK4Q
1.- Describa la imagen y analice los elementos filosóficos que aparecen en ella, presteatención a la composición, al color, a las figuras u otros aspectos que puedan ser significativos. ¿De qué modo podemos interpretar la imagen? ¿Qué trata de transmitir?
Colores suaves, tonalidades claras, en términos emocionales y de gran calado y actualidad: alegres y tranquilos. Se priorizan los sentimientos sobre lo racional, científico o filosófico. Las emociones sobre el saber. La naturaleza gira en torno al sujeto (contrarrevolución copernicana de Kant). El yo es el centro del conjunto de la realidad. En él destaca un fenómeno: el único cuerno de nuestro flamante rinoceronte. Es el centro de su atención, su mirada si bien distorsionada fija la atención en él. Desatiende lo inmediato, no recoge las basuras, y es más, no se le pasa por la cabeza tal acción cotidiana. Está exento de obligaciones comunes. Se muestra como extraordinario, y lo es si en el mundo no hubiese otros. Pero se han de suponer. Pinta para alguien, sin el otro el cuadro carecería de valor. Se exige un receptor. Muestra una actitud que podríamos calificar de infantil, si no de idiota, sólo se piensa a sí mismo, sus pinturas son un eco en imágenes. No sale de su asombro. Es bello, es único, es excepcional, está en la cumbre de la autoreflexión; recuerda al dios inmóvil y pensamiento de sí mismo de Aristóteles. El mundo en marcha no le afecta, es un decorado para su ser, es un añadido auxiliar, prescindible, cambiante, variable, cuyo fin no es otro que elevar su ser extraordinario. La serie pictórica no cambia de temática en su esencia. Sólo con la modernidad el yo alcanza tal protagonismo en la obra de arte. Lo que sucede es que en la posmodernidad el yo divinizado por democrático se muestra como una cadena repetida de yoes que ofrecen exclusivamente lo banal, lo extraordinario, el hacer ingenioso del genio se aniquila. Es el momento del antihéroe. Quizá tenga sentido la imagen de su técnica pictórica, el mecanismo de sujeción del pincel parece torpe, incorregible, no es posible advertirle del error, no admitiría los buenos argumentos que lo disuadieran de su falta de técnica. Protagonista animal humanizado con paradigma en las mascotas vistas desde el terreno seguro (frente a lo salvaje) de la urbe. Problemas éticos de fondo, derechos de los animales y derechos del hombre, una dialéctica con consecuencias perversas; nos deshumanizamos y a la vez otorgamos derechos personales a los animales, aliviar su sufrimiento exigirá un compromiso ético para los sin voz tan exigente como en su día lo fue con respecto al ser humano la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. Lo real y externo es a la vez que construido, detenido en el cuadro, alterado. La realidad con ser se torna inalcanzable. El realismo esta vez entendido como sustancialización de lo que no es sujeto reflexivo y finito incognoscible. Al contrario, el idealismo o irrealismo una salida peligrosa. Ahora lo real es lo universalmente pensado y racionalizado a priori, es el mundo tres semántico. La dicotomía epistemológica no encuentra solución, la aporía metafísica atrapa cualquier intento de solución.
2.- Uno de los temas sobre los que se puede reflexionar a partir de la imagen es el conocimiento. ¿Podemos conocer la realidad tal y como es? ¿Nuestros sentidos nos engañan? ¿Cómo podemos diferenciar lo verdadero de lo falso? En última instancia, ¿qué significa conocer?
No es sólo una cuestión epistemológica, de la relación metamérica entre un yo único y una realidad objetiva, impersonal, y externa. Debate irresoluble con marcados tintes metafísicos ineludibles. Es una cuestión más amplia y lo es por su relación directa con la verdad, con los diferentes grados de construcción de lo real, de nuestras capacidades, libertad en sentido espinosista, para construir y destruir (vía técnicas y tecnologías) el mundo en marcha, sus dimensiones, es decir de lo que se trata es de cómo nos relacionamos con nuestro entorno, lo racionalizamos y lo alteramos reconociendo su pluralidad, su infinitud, las franjas de incertidumbre (ontología general), y lo que es más importante el carácter procesual antrópico, el ser como hiperrealidad ajustada a nuestra forma de interactuar entre nosotros como especie y con los otros seres cognoscentes y no humanos, esto es: los animales linneanos que también perciben dada su naturaleza lo real que compartimos, el mundo. Hablamos de los límites y los modos de conocer humanos. De lo que se trata es dar cuenta de parcelas concretas de la realidad, conceptualizarlas, atraparlas, cancelando las apariencias entendidas como ausencias sensibles pero que actúan. Las apariencias no es simplemente el no ser, el vacío, es lo que hay y no es percibido por ser invisible, intangible, inaudible, situado entre nosotros y lo que hay y que además puede ser captado por otros. Conocemos siendo sujetos operatorios que coexistimos con otros, en un mundo plural infinito y cambiante, el conocimiento no es una yuxtaposición entre dos polos opuestos hipostasiados, un yo trascendental, un ego originario y universal, y un mundo u objeto externo y objetivo. El conocer es dar cuenta de los nexos entre las partes según vínculos necesarios y a través y especialmente de artefactos tecnológicos que median para evacuar los vacíos entre lo que somos con nuestras limitaciones y lo que hay. Se trata de dar cuenta de modo incesante, sin fin, de una configuración lógica e inteligible del mundo.
3.- ¿En qué otros ámbitos de nuestra vida cotidiana podemos cuestionarnos el problema del conocimiento?
El problema está en que el conocimiento se cuestiona de modo compartido y cotidiano, a nivel mundano aceptado por la mayoría, es la nueva nematológica que relativiza todo saber, que fundamenta su saber en la inexistencia de la verdad, en la prioridad de lo subjetivo, de la dimensión del pensamiento sin espacio y con tiempo, de lo psicológico. El cuestionarse el conocimiento como posibilidad de dar cuenta de la terca realidad anula nuestra capacidad para alcanzar la verdad que sí logran las diferentes ciencias, categorías del ser en las que se formulan leyes impersonales, ajenas a cualquier tipo de voluntad, sometidas a nexos necesarios en forma de teoremas, axiomas o teorías anantrópicas que si bien construidas por nosotros una vez definidas el sujeto queda neutralizado del devenir de la trama. Es así con las realidades inertes, sin voluntad, es así con las matemáticas, plurales, existentes, inconmensurables, humanas, pero que sin estar dadas en el espacio ni en el tiempo, existen como realidades autogóricas y heteroformantes (la lógica sería autoformante). Verdades que una vez construidas no pueden ser alteradas, no habrá que esperar a ningún cisne negro. Empero, hay grados de conocimiento. Hay verdades en las que el sujeto objeto de estudio nunca puede ser neutralizado. El sujeto temático de la biología puede contar con voluntad, de este modo realiza operaciones racionales de naturaleza proléptica, es decir planea su actuación y su conducta amplia el tiempo lo que le permite conocer el entorno y sobrevivir. Más compleja es la verdad cuando el sujeto temático cuenta con voluntad, lenguaje articulado y manos con capacidad para construir y destruir la realidad, alterándola, dominándola, e incluso burlándola para hacerla útil a sus propósitos. Son las verdades cambiantes y más problemáticas de las ciencias humanas. No hay cierres en forma de identidades sintéticas, de leyes anantrópicas, sino cierres fijos abiertos a la interpretación, al diagnóstico permanente y a la modificación. Por tanto, se cuestionará el conocimiento en su relación con la verdad en aquellos episodios en los que el sujeto gnoseológico y el sujeto temático no puedan ser neutralizados sino reconocidos en todas sus dimensiones, lo que obliga a verlos como seres operatorios imprevisibles, libres, con voluntad, con prudencia, y sobre todo con la posibilidad de mentir, de engañar, con el fin de lograr sus objetivos: sobrevivir o vivir bien.
En definitiva, en el mundo cotidiano seremos escépticos en aquellas situaciones en las que lo aparente domine, es decir cuando manda lo que no podemos percibir y actúa. Anticipándolo, en el arte hay conocimiento pero es un tipo saber especial. Puede llegar a lo más íntimo y no hay nexos paratéticos, causales, físicos, y sí vacíos o ausencias que no pueden ser percibidos pero que actúan: las ideas, las ficciones que trascienden la obra y muestran la capacidad catártica de un saber exploratorio y de análisis de la realidad nuevo, con potencia suficiente para influir en nosotros.
4.- ¿Se puede considerar el arte como una forma de conocimiento? Justifique su respuesta
Si podría entenderse. Como gnoseología inferior era tratada la estética por el filósofo alemán Baumgarten. Insistimos en dar una respuesta afirmativa, pero no comprometida con la verdad ni con la utilidad, no es una ciencia y no es una tecnología, si bien esta última tiene cada vez más presencia en lo que podemos entender como arte contemporáneo.
Más universal que la historia particular de cada sociedad política era la visión de Aristóteles. El arte, sobre todo el práctico, el representado en un tiempo, narrado, puede fraguarse para dar cuenta de una realidad en actos que permitan entender por parte del espectador lo acaecido o activar una conducta reflexiva, catártica, ante un dilema moral irresoluble. El arte accede con mayor facilidad a las emociones pero no se agota en ellas, exige saber, un tipo de conocimiento del receptor que permita que perdure en el tiempo. La obra de arte se ha de plasmar, necesita materializarse en un objeto que pueda ser visualizado y/o escuchado, o tan sólo escuchado como sucede como sucede con una pieza de música no vocal en directo. El arte materializado en un objeto: edificio, escultura, película, cuadro, fotografía… en ocasiones se fetichiza, se diviniza, se eleva más allá de cada cultura particular, trasciende lo mundano y permite vehiculizar ideas universalizándose. Con ellas las sociedades políticas se entretejen como un todo con una áurea axiológica compartida frente a terceras. Insisitimos en que su intención es la universalidad y para ello necesita de transductores que lo interpreten para otros, una hermenéutica crítica y racional que traslade la obra a los centros homologados del saber en marcha, especialmente las universidades. Habrá críticos de arte, historiadores, catedráticos, profesores de bellas artes, filósofos, promotores, curadores, marchantes y otros profesionales que trabajarán sobre tan dispersos contenidos.
Ahora bien, no todo arte adquiere una misma magnitud. La mayoría será olvidado, desconocido, todo los más decorativo (esto no significa que la obra de arte no tenga ningún valor, puede ser que el tiempo altere tal circunstancia) no atrayendo la atención del público, no exigiéndole ningún tipo de compromiso inteligible.
Con todo es difícil responder sin antes preguntarnos por la misma idea de arte ¿Qué es el arte? Diremos que es inagotable, y que es una hacer abierto, con contenidos cambiantes. Un campo que hemos de diferenciar de otros, pero que no deja de ser su tratamiento cuando menos problemático. Luego será un tipo de conocimiento desgajado de la verdad, no exclusivamente mimético, o que dé cuenta de la realidad, no exclusivamente útil, no vehículo ideológico o mercancía al servicio tan sólo de las clases privilegiadas. Será una ficción catártica bien al servicio de las grupos dominates, adjetivo, o bien independiente, sustantivo. Permitirá vía cadenas áureas elevarnos a lo trascendental lo cual no habrá de ser entendido como divino, a no ser que queramos hacer del saber humano práctico, técnico, de análisis y exploración que altera la realidad algo de valor gnóstico, para elegidos, santo.