Entre la huida y la permanencia: Natalia Pastor. Un análisis filosófico materialista y catártico. Octavia o la ciudad suspendida

Fecha: 24 mayo, 2024 por: dariomartinez



Realidad sui generis. Una ficción construida desde elementos en principio paralelos. Agrupados en la obra de arte, asociándolos artificialmente para darles un sentido. Desde una perspectiva ontológica la realidad es alterada (1), se muestra como una idea deformada, ajena al ser, a lo verdadero, divino y perfecto. No lo pretende su autora, la belleza que se busca es otra, no es la armoniosa y proporcional del ideal griego (Platón), no es una idea de una idea, ni siquiera una mímesis de la naturaleza, una adecuación poética de lo verdaderamente bello (Aristóteles) (2). Aquí los pájaros no picotearán en el racimo de uvas hecho en mármol. El todo atributivo de la obra, en cada una de sus partes formales, sí muestra belleza, y sí muestra fealdad, una se puede separar de la otra pero no se pueden disociar. La fuerza de una está en la lucha dialéctica, en el enfrentamiento a la otra. La mujer a la fábrica, lo humano y ético, a lo fabril y tecnológico. Es una primera aproximación que no puede agotar el discurso reflexivo, es un primer paso si se me permite. Quizá maniqueo y por tanto errado.

El montaje fotográfico es libre, no se somete a las leyes necesarias de lo real. A Natalia Pastor no la mueve lo impersonal en exclusiva. Altera la realidad, le da un giro, y une lo que no es posible unir de modo racional; sólo el arte garantiza un hacer noble cuyo resultado pueda ser irracional ejecutado desde el músculo de la razón. El buen hacer es obvio. Nos ofrece con su técnica una visión diferente, nos impulsa a la reflexión como espectadores. Con nosotros no se agota la obra de arte. No es una cuestión de mero placer contemplativo, no es un hacer puramente subjetivo, de juicios estéticos que deban dejar de lado la obra de arte, su contenido objetivo visto por nosotros, sensible y apotético. No podemos agotar el juicio estético en el gusto (Kant) (3). En su collage explora la realidad, la analiza en toda su trayectoria de vida, es su dintorno. Ella forma parte de ese mundo en el que para bien o para mal fraguó su vida, la atrapó al círculo de fama donde ella es como persona, donde es reconocida y se hace con su buen hacer artístico. No le da la espalda a la decadencia, no se arruga ante mitos oscuros y tenebrosos que en su día ofrecieron el paraíso en un mundo sin dioses. Se enfrenta a la idea de progreso monista y armoniosa que nunca fue, pero que sirvió de impulso a formas de entender la realidad, a nematologías dominantes, con su ritos y procedimientos que concluyeron en el fracaso y la decadencia de unos en beneficio de otros pocos. El gris de su contorno puede ser una analogía perfecta, las nubes detenidas como oscuridad de un presente en marcha dudoso y con escasas esperanzas (tal vez el claro del horizonte de la imagen situado a la derecha pueda sugerirlo).

Pero la fuerza de la obra está en segregar a su autora. La obra de arte ha de ir sola, trascender su nicho de producción, elevarse a otras culturas, ser aceptada para ser reinterpretada, atendiendo a su técnica, a su resultado abierto siempre a nuevos juicios estéticos, debe ser un hacer que deje atrás las técnicas humanas, las tecnologías de la imagen (4). Así la térmica (hoy desmantelada) no es protagonista de la obra de arte por su fin, no está dada para tratarla como una fuente de energía eléctrica extraída de la quema de carbón, del mineral que troqueló durante más de un siglo toda una comarca. Aquí no importa su finalidad: lo que dio sentido a todo un sistema industrial de producción que logró abastecer a sus paisanos. Ahora la térmica es una parte formal que cobra todo su sentido al despegar de lo humano (institución mereomorfa), y situarse entre los materiales impersonales ahora sagrados por fetichizados (5) de la obra de arte.  Al saltar de la ciudad no suspendida y en declive al museo, a la galería, a las revistas de arte, a la sección cultural de los periódicos, a formar parte de la cultura circunscrita, de su inventario, de su catálogo patrimonial, al inscribirse en la Consejería de Cultura de nuestra región.  Aquí lo fabril, el sistema de producción en cadena, dirigido por automatismos alienadores, tecnologías eficaces, de máximo rendimiento, muestran en la obra de Natalia Pastor el elemento de crítica, de rechazo ineludible para focalizar nuestra atención en ella. Una puntualización: el proceso de desindustrialización de España, y de Asturias en particular, es un vasallaje frente a terceras potencias, y es un fenómeno evidente de desmantelamiento del Estado y con él de liquidación paulatina de nuestra libertad (6).

Figura sin rostro, despersonalizada para que estén todas con ella. La individualidad relegada. Separada de su pareja de baile, de su ser esencial como coexistir con otros. Desubicada, la realidad alterada intencionadamente. En la ficción construida la mujer viva, libre, reconocida, es separada. Es empalada por una chimenea que vomita toxicidad y muerte, y colgada de un cable de alta tensión. Doblemente condenada, ejecutada y rematada.  La red eléctrica con Stalin era el arma más potente para realizar la revolución, la Unión Soviética sería socialista si la electricidad llegaba al último rincón de tan vasto país. Debía asegurar el abastecimiento eléctrico, poner en marcha un proceso de holización, de neutralización de los particularismos, de los nacionalismos, para hacer frente al enemigo despiadado y depredador del oeste. Sus planes no admitían demora; un poste de alta tensión caído no suponía un corte de luz, podía quedar suspendido y no impedir el paso de la electricidad. Una ciudad suspendida no supone el fin de la dinámica política, del presente en marcha con sus ideologías dominantes, de poder de unos sobre otros simbolizado por una chimenea que puede representar un dominio devastador del que la mujer no participaba. Es por tanto la obra de Natalia Pastor una obra política, pero está en su no particularidad su mérito. Los procesos de desindustrialización deben ser revisados, debemos saber a quienes interesan, hacen mejores y peores, es decir menos libres, ya que un Estado más frágil nos convierte en esclavos de otros. En la inercia de dichos procesos de desmantelamiento productivo debemos saber entender el lugar y la realidad de las mujeres de ayer y de hoy. Actualmente quizá muchas sigan siendo empaladas por falos virtuales, por chimeneas privadas, íntimas y tecnológicas que ocultan a quienes las dirigen y las construyen para hacernos más felices, satisfechos y buenos consumidores.

Color rojo, vestido de noche liso, no azul, no de día ni estampado; embrollo ideológico que anquilosa cualquier reflexión. Deja ver su cuerpo. La belleza no es disimulada, somos ante los demás. Lo más íntimo está en nuestra imagen, ante los otros, y en nuestro decir. Necesitamos de público, reivindicamos ser escuchados. Quiero ver aquí el orgullo por ser mujer, la firmeza en mostrar públicamente su cuerpo, sus piernas, su cara, sus brazos. A más cuerpo más derechos, fruto de una lucha tensa, llena de dificultades, sin regalos…que pueden verse truncados en un abrir y cerrar de ojos. Octavia, dos círculos unidos, dos momentos de perfección matemática que no es. Es una mujer desmaterializada, sin cuerpo. No es visible, sólo su contorno, sin dintorno vivo, sin carne, muerto, sólo recordado por un entorno que fue y se impuso. Pura forma como abstracción que recoge la verdad como universalidad. Esperemos que no se oscurezcan con el nuevo transhumanismo fluido, sin sexo, sólo géneros sometidos al imperio de intereses particulares, ajenos, aunados por mitos confusos y con resultados que están por venir, impredecibles y ajenos al finis operantis de sus demiurgos. En un mundo posmoderno que no sabe entender la importancia del conocimiento de lo necesario, es decir de las categorías del ser, de las evidencias que son construidas por las ciencias en marcha, irreductibles, inconmensurables, con espacios de saber problemáticos, que ignoramos (ontología general) pero que permiten ampliar nuestro saber sobre el mundus adspectabilis y plantearnos nuevos retos eludiendo la perversa idea de que en nuestras opiniones particulares está nuestra salvación (fe protestante secularizada). Hemos de aspirar a una sociedad mejor a la vez que hemos de entender que hay un espacio sometido a la posibilidad, a la exigencia de una sindéresis gobernada por la prudencia y la razón desde la que hemos de programar, fruto de nuestras anamnesis, aquello que pueda dar como resultado lo mejor, lo más útil, haciéndonos mejores personas en una sociedad de personas (fortaleza).

En esta mujer de todos, sometida, dominada, sacrificada, en una nueva cruz tecnológica (también humana, no lo olvidemos) su autora desaparece, se desvanece. Natalia Pastor está como cualquier otra mujer, es una más, cede su fama. La obra para ser sustantiva (7), poética, ha de darle la espalda a su demiurgo (no así cuando la obra es tratada desde categorías como la historia, la psicología o la sociología), en su génesis es ineludible pero en su resultado ha de despegar, ir sola, mostrar su mensaje por sí misma, instalarse en el eje radial del espacio antropológico (8), desprenderse de la prosa de la vida, atrapar al espectador, sumarlo a una historia sin tiempo, inmortalizada, detenida para ser analizada por alguien ajeno a la obra que habrá de ser también su protagonista. Nos invita a la reflexión con un estilo de arte que ha de ser psicagógico, conductor de nuestras emociones y de nuestro saber, dando así sentido a la obra de arte. Es su obra arte poietico (Aristóteles), sin narración. Su buen hacer ha de superar el resultado de la obra de arte como obra decorativa, plasmar su sustantividad gracias a otros, siendo reconocida e interpretada de forma recurrente por su misma morfología y por su técnica invariante y a la vez dinámica. Impulsada, por qué no, por transductores que sepan interpretarla para otros. Es un finis operis siempre incierto.  Luego debe desprenderse de intereses ajenos, liberarse de presupuestos de dominio políticos, de partido, ampliarse a cualquiera de los individuos desconocidos que se enfrenten a la obra poética. Debe desprenderse de lo particular y de los errores para barrerlos, depurarlos: «esta crítica catártica no estará destinada a borrar, subsanar, a separar los errores, puesto que no se podría sin desestabilizar o incluso destruir la realidad criticada. La crítica catártica tratará, sin embargo, de disociar dichos errores de la obra en cuestión» (9). No lo olvidemos: una vez finalizada a la obra de arte nada le falta, nada le sobra. De forma análoga a las ciencias naturales, ha de evacuar a los sujetos particulares, a los grupos de interés, debe dejar de ser una obra de arte adjeitiva. Debemos rescatar para juzgarlas las ideas filosóficas ineludibles que envuelven a la obra. Mejor trabajar y analizar aquellas que puedan permitir deshacer los errores, las mentiras, y organizar mejor y de forma más prudente nuestro presente en marcha.

Notas

  • Alvargonzález, David, La idea de artes sustantivas. Conferencia impartida en la Fundación Gustavo Bueno (Escuela de Filosofía de Oviedo), 11 de enero de 2021. Consultado en https://www.fgbueno.es/act/efo221.htm.
  • FUNIBER, TOMO II. Estética y filosofía del arte, pág. 86.
  • FUNIBER, cit. págs. 94-96.
  • FUNIBER, cit. pág. 21.
  • Bueno, Gustavo (1989). Cuestiones cuodlibetales sobre Dios y la religión, págs. 269-270. Mondadori. Madrid.
  • Bravo, José Ramón (2022). Filosofía del Imperio y la nación del siglo XXI. Ensayo sobre el problema político de las Españas y las Rusias, Capítulo 11, págs. 465-508. Pentalfa. Oviedo.
  • «[L]a sustantividad de las obras de arte segrega las subjetualidades intervinientes en su constitución, efectivamente no podrían ser tales si no fueran presentadas a los sujetos, si no fueran realidades antrópicas, si no se presentaran a dichos sujetos como objetualidades, que podrían ser enigmáticas y/o extrañas, de tal manera que permitieran su exploración una y otra vez, actualizando y reactualizando, con dichas exploraciones e interpretaciones de la obra artística, su sustantividad».  FUNIBER, cit. pág. 40.
  • FUNIBER, cit. pág. 42.
  • FUNIBER, cit. pág. 50.

Bibliografía

  • Bueno, Gustavo (1996). El sentido de la vida. Pentalfa. Oviedo.
  • Bueno, Gustavo (2007). La fe del ateo. Las verdaderas razones del enfrentamiento de la Iglesia con el Gobierno socialista. Capítulo 9. Religión y arte, págs. 265-296. Temas de hoy. Madrid.
  • Kant, Inmanuel (1977). Crítica del juicio. Espasa-Calpe. Madrid.
  • Errasti, José y Pérez Álvarez, Marino (2022). Nadie nace en un cuerpo equivocado. Éxito y miseria de la identidad de género. Deusto. Barcelona.