Ejercicio de la idea de crítica en contextos técnicos y categoriales
Fecha: 7 julio, 2024 por: dariomartinez
Teniendo en cuenta la posibilidad de la crítica tanto en contextos técnicos como en contextos categoriales:
a.- Crítica en contextos técnicos
El hombre desde sus orígenes es en tanto que vive con otros hombres. El ser hombre es coexistir. Nos despegamos de la animalidad cuando comenzamos a poner en marcha un saber hacer (técnica) que se institucionaliza, se torna recurrente y no sólo eso: favorece la supervivencia. El hombre cruza el Rubicón evolutivo cuando deja tras de sí, y fruto de su hacer inteligente, reliquias en piedra, artefactos manipulados para una finalidad concreta: raspar, demoler, triturar, cortar, agujerear…, acciones todas ellas, técnicas coordinadas por fines, por prolepsis victoriosas que necesitan el impulso de anamnesis que recuperadas y alteradas desemboquen en una realidad nueva, en una categoría del hacer que dará forma a la parcela de la realidad, al hábitat, del grupo humano que lo diseñó. No deja de ser un ciclo noetológico, propuesta o proposición, contraproposición y resolución. Tampoco deja de ser un ciclo crítico sistematizado por un fin.
Acudamos a nuestro ejemplo. Paleolítico superior, Magdaleniense. Un nuevo artefacto. Diversos materiales como reliquias de nuestro antepasado prehistórico. Hablamos de los propulsores. Elaborados en piedra, madera, asta o hueso. La diversidad de materiales es un indicador de la riqueza cultural del grupo humano del momento, y no lo es menos la tendencia progresiva a la microlitización, a la geometrización cada vez mayor de sus formas, y por último su articulación. Son dos piezas que se han de coordinar, un astil a la mano con una protuberancia para acoplar el venablo con punta de piedra, azagaya. Exige habilidad, destreza en quien la utiliza con lo cual su uso no es para todos, promocionará la división del grupo en lo referente a la caza. Con el propulsor el venablo o lanza corta aumenta de velocidad, su impacto en las potenciales presas: ciervos, caballos, bisontes, etc. adquirirá un mayor grado de daño, provocará de forma más directa y rápida si no la muerte si la paralización de la presa. Además disminuirá el riesgo, el grupo ya no necesitará acercarse a las presas, poner en juego sus vidas, o exponerse a lesiones o heridas invalidantes para el cazador y para el grupo. La caza ya no será oportunista sino planificada. Incorporará el engaño, la mentira, la trampa o la emboscada como forma racional, técnica dirigida a la adquisición de proteínas para comer, a hacerse acopio de pieles para protegerse de los rigores del clima, y a adquirir materiales con los que construir nuevas armas. Enriquecerá el lenguaje, aumentará las posibilidades de dominio de los animales y de otros grupos humanos en la lucha por la existencia. Podrá verse como la antesala del arco. Un periodo de transición hacia el Neolítico. La eficacia en la caza aumentará la población humana a la vez que disminuirá la presencia de animales. Las migraciones con las manadas de animales en algunos lugares irán dejando paso a los primeros asentamientos.
En otro orden, no por ello sin interés. Su diseño. Presencia de seres numinosos, teriántropos. Relación desigual, asimétrica, del hombre con seres dotados de inteligencia a los que se ama y se teme. Relación presidida por el lenguaje, se han de suponer mitos, relatos asociados a los encuentros con los que sin figura humana dan vida y con los que pueden quitar la vida, con seres también prolépticos, con voluntad, que una vez conocidos y anticipadas sus estrategias de defensa y ataque serán dominados. Así es frecuente en el astil la presencia de animales, adaptados a la mano para facilitar su agarre, la mejor selección de la dirección y la cantidad de energía según las circunstancias necesaria para alcanzar la presa. Por tanto, y tras lo dicho, se confirma que «[U]na crítica, eso sí, que quizá se mueva más bien en función de criterios dependientes de los casos técnicos, como el de superación, mejora, progreso o mayor eficacia/eficiencia respecto a técnicas previas»
b.- Crítica en contextos categoriales
Crítica categorial radical e intracategorial, no sólo a nivel ontológico, demolición de las esencias que de modo causal dan cuenta de los fenómenos observados de la física aristotélica. Es también una demolición gnoseológica a los límites teóricos de la idea de ciencia, un teoreticismo que privilegiando la forma, sustantivándola, y tomando como modelo la geometría entendía la ciencia como sistema bien organizado de proposiciones derivado de principios; la ciencia, la física incluida, sometía lo observado a los principios del movimiento, del cambio: «acto de ser en potencia en tanto que potencia», y de las causas. La ciencia había de ser construida a través de silogismos por demostración, silogismos científicos apodícticos, no retóricos o simplemente probables, era un discurrir (gnoseológico) inverso desde los efectos a los primeros principios (ontología). Eran las ciencias de los primeros principios, de la verdad construida al modo geométrico. Desde el materialismo filosófico las entendemos como modelo de ciencia2. Se practican en aula. Pero Galileo introdujo nuevos fundamentos en la física, elabora una crítica radical de las categorías científicas aún asentadas en el aristotelismo. Se practicará en el laboratorio, exigirá mayor especialización, dominio preciso, profesional, de artefactos tecnológicos (en nuestro caso los paridos por las ciencias ópticas). Se ha de eliminar el error, el saber será de lo necesario y universal, las nuevas leyes naturales e impersonales evacuarán a los sujetos, no en su construcción, no en su predicación, no en su eje pragmático pero sí en su eje semántico, en sus estructuras esenciales al introducir mecanismos deterministas α-operatorios. Nacen y se consolidan las ciencias modernas, las ciencias 3 del modelo materialista como crítica de la idea de ciencia de tradición aristotélica que aunaba en su mismo cuerpo a las ciencias formales, matemática y lógica, y a ciencias como la Teología: «[L]a idea moderna de ciencia, la ciencia en su tercera acepción, o acepción fuerte, se constituye, en gran medida, precisamente como negación de la Idea antigua y medieval, y, por tanto, de un modo u otro, como crítica de esa misma ciencia antigua y medieval (crítica de la Teología, de la Metafísica); una crítica que nosotros tenemos que extender a tantas disciplinas modernas (llamadas «ciencias humanas», etc.), que se han revestido con el nombre de «ciencia», en el sentido moderno; esta tarea comporta también la reinterpretación de la Geometría como ciencia real» (2).
Galileo aplica sistemáticamente el telescopio en la observación de los astros con lo que muchas ideas aristotélicas tendrán necesariamente que ser abandonadas:
1.- Los astros no son esferas perfectas, tienen manchas. Y menos divinas.
2.- Los astros no tienen una naturaleza diferente a la de Tierra, o sea: su sustancia material no es el éter como suponía Aristóteles.
3.- Hay más astros de los que se ven a simple vista, por ejemplo las lunas de Júpiter.
4.- Las estrellas no cambian de tamaño al verlas por el telescopio lo que indica su enorme lejanía y por tanto el inmenso tamaño de universo observado.
5.- No hay distinción entre el mundo sublunar y supralunar, con lo que las mismas leyes serán válidas para los astros y para los elementos de la Tierra, serán leyes, por tanto, universales y necesarias.
Pero detengámonos en su nueva concepción del movimiento y del reposo. Para Galileo todos los cuerpos son graves, seguirán las mismas leyes con lo que se comportarán de forma igual con respecto al movimiento. No hay movimientos diferentes para cuerpos con naturaleza diferente como postulaba Aristóteles. Los cuerpos no tienen intrínsecamente el principio del movimiento, el movimiento de un cuerpo no lo determina su naturaleza sino la relación posicional de un cuerpo con respecto a otro (por ejemplo la piedra que cae de la torre con respecto a la Tierra). Por tanto, los movimientos no se diferencian en aspectos cualitativos, según su sustancia última o esencial, sino en aspectos cuantitativos: uniforme, acelerado, rectilíneo, circular, etc. No es el qué de las cosas o su esencia lo que interesa, sino el cómo de los fenómenos naturales, su funcionamiento, su orden capaz de ser explicado minuciosamente con el lenguaje universal de la matemática.
Galileo definió el movimiento uniformemente acelerado que explica la variación de velocidad en la caída de los graves, el movimiento uniforme, el movimiento de los proyectiles y postuló la existencia del vacío. Explica lo que la teoría aristotélica física era incapaz a explicar. Postula también el principio de inercia de manera no suficientemente precisa al entenderlo como un movimiento circular. De este modo, Galileo no puede dar la síntesis definitiva de la nueva visión del mundo que sí diseñará desde tierras del Mar del Norte el filósofo natural: Newton.
NOTAS
- El papel de la filosofía en la actualidad. TOMO II, pág. 7.
- Bueno, Gustavo (1992). Teoría del cierre categorial, Tomo 1, pág. 26.
BIBLIOGRAFÍA
- Bueno, Gustavo (1992). Teoría del cierre categorial. Tomo 1, págs. 21-26. Pentalfa. Oviedo.
- Bueno, Gustavo (1995). ¿Qué es la ciencia?, págs. 12-18. Pentalfa. Oviedo.
- Menéndez, Mario, Jimeno, Alfredo y Fernández, Victor M. (2003). Diccionario de Prehistoria. Alianza Editorial. Madrid.
- Mínguez Pérez, Carlos (1986). De Ockham a Newton: la formación de la ciencia moderna. Madrid.