FILOSOFÍA Y ARTE I, DESDE LA IMAGEN
Fecha: 19 abril, 2023 por: dariomartinez
TimNoble&Sue Webster. Dirty white trash (with gulls),1998
Fuente:http://www.timnobleandsuewebster.com/dirty_white_trash_1998.html
Al tratar de comprender el mundo y nuestro lugar en él, nos encontramos con una realidad compleja que nos plantea multitud de interrogantes acerca de su consistencia, la naturaleza del conocimiento, la verdad, la moral, el ser humano, la libertad, las identidades, la sociedad, etc. En este ejercicio se propone una imagen que sirve para iniciar una reflexión filosófica. Prueba piloto para una posible y futura prueba de acceso a la universidad de los estudiantes asturianos.
Cuestiones para la reflexión filosófica
1.- Observe la imagen con atención, fíjese (o apóyese) en todos los elementos que hay en ella (composición, figuras, color, etc.) ¿Qué trata de transmitir? ¿Cómo podemos interpretarla imagen?
Los elementos son fenómenos muy sencillos de percibir, todos están a la vista salvo uno. Todo ello en la línea del mito de la caverna de Platón en el que se nos presenta invertida la línea de ascenso epistemológico hacia la verdad (aletheia) desde el mundo de la conjetura en el que mandan la imaginación (eikasia) y la creencia (pistis). El protagonismo de algo que podamos entender como verdadero ahora recae sobre las sombras, lo aparente y humano diluido. En un primer plano dos gaviotas, gulls, animal común de zonas costeras y límites próximos del interior. Animal familiar, conocido por todos, con escaso impacto en nuestro devenir diario por ser simplemente habitual. Luchan por la existencia, por la comida ofrecida como despojo por nosotros los humanos. En ese primer plano y desde una perspectiva antropológica se nos muestra una naturaleza indómita, con sus leyes impersonales, ajenas al orden de lo estrictamente humano. Son seres sensitivos, con un grado de racionalidad menos elevado que el nuestro, con voluntad pero incapaces de operar de modo prudente o sabio en el sentido de un hacer operatorio con útiles paridos por las técnicas o las tecnologías, sin lenguaje articulado y sin manos. Muestran lo no humano, lo no domesticado, son seres raciomorfos sin historia. Próximo y más al fondo una montaña de desechos derivados de las sociedades políticas em marcha, dirty white trash, se deja entrever que supremacistas: blancas, heteropatriarcales, colonialistas, depredadoras, esclavistas, y por supuesto capitalistas. Predominan las latas de aluminio, los papeles y los plásticos, con lo que ello supone de tecnológico y científico, materiales elaborados a partir de elementos tan comunes como el aluminio y la madera, y de una materia prima como la roca líquida, sedimentaria, de origen orgánico, y cada vez más escasa: el petróleo, núcleo abastecedor del tercer periodo revolucionario industrial y que de algún modo protagonizó todo el siglo XX (junto a la electricidad). Elemento esencial en disputa económica y política, marca aún la actual geopolítica, o lucha a muerte entre estados en forma de biocenosis (¿serán estos representados por las dos gaviotas?). Pues bien, ese motón de basura apilada muestra el volumen de opulencia de una sociedad hoy ungida por la banalidad y troquelada por la ostentación, que en su dinámica de funcionamiento convierte a los consumidores en una clase universal extractiva de valor y capaz de agotar la naturaleza. Ahora bien, ¿quién puede, sin ser osado, hablar en nombre de la Humanidad? ¿O en nombre de la idea mito de Naturaleza?
Trataremos más adelante su contenido estético. Estamos ahora en lo humano, en el plano de las relaciones interpersonales medidas por la sucia basura blanca, ahora una materia para nada despreciable por ser ella una fuente de energía que ha de ser aprovechada tecnológicamente por los países punteros, más avanzados, y capaces de poner en marcha tecnologías cada más sofisticadas, costosas, que resulten si no eficaces, y de modo más ambicioso y selectivo, sí eficientes. En suma, apertura de nuevas vías de desencuentro entendios como desequilibrios políticos entre los países más poderosos, potentes, reales (Espinosa), y capaces de satisfacer las demandas de sus ciudadanos con políticas no estériles y a su vez de espaldas a proyectos utópicos que el siglo XX mostró como delirantes y crueles. Nuestro pasado más reciente, actual porque nos afecta hoy, fue así por pretender ser a toda costa coherente con sus principios. Sacrificar el presente y neutralizar en sus proyectos una ética de mínimos que debiera considerar como sagrada la vida corpórea humana fue su sino, permitiendo de este modo eludir como consigna de solución política el asesinato, la mutilación y la tortura. Un tercer elemento, la imagen proyectada en el fondo. Sombra platónica, silueta del individuo satisfecho sometido al ocio estresante. Ideal castigado por la crítica política y filosófica, posmoderna y no posmoderna, pero dominante, con poder para ser el artificie de la nueva sociedad en marcha y opulenta de los países del primer mundo (esto no quiere decir que en este llamado primer mundo no se den bolsas de pobreza, de grupos de personas ajenos al encadenamiento recurrente productivo, abocadas a la subsistencia, apartadas de la dinámica del consumo de productos banales ofertados en nuestro mercado pletórico). De estas plurales fuentes inagotables de deseos hablaremos, trataremos sobre el nuevo individuo flotante, el señorito satisfecho de Ortega y Gasset. Un último elemento, el espectador de la obra de arte, sin él nada tiene sentido. La obra de arte ha de atrapar al público, es su garantía de pervivencia, es su finis operantis. La obra de arte es ante alguien y de él hemos de intentar atrapar una interpretación, está en juego la magnitud de la obra, su finis operis, el llegar a ser un arte sustantivo autónomo que hable por sí sólo.
Por cierto, no hay sol que represente a la verdad. Quizá la mejor forma de evitar vía descenso a lo aparente el temido rechazo grupal que pueda poner en riesgo nuestras vidas sea resignarse y renunciar a la geometrización de las ideas, en otras palabras: a la filosofía en sentido crítico y académico. Pero, ¿cómo hacerlo, cómo descender, y que sea asumido y tolerado por la mayoría? ¿Tal vez anunciando una nueva realidad como totalidad y cuya única dimensión del ser sea el lenguaje, el relato, el depósito ideal para todo tipo de discursos elevados con la levadura gris de algo tan fluido como los sentimientos, las pasiones, los deseos, lo más íntimo, lo único y por supuesto original?
2.- Relacione el primer plano de la imagen (basura) con las sombras que aparecen en segundo plano y conteste ¿qué sentido puede tener? ¿Con qué tipo de problemática filosófica vincula usted el contenido de esta imagen? Explique y argumente su respuesta con algún planteamiento filosófico.
Estamos en la caverna de Platón, es ineludible, pero no se agota en ella. También estamos en la cumbre de la sociedad capitalista y sin trabas, inhumana, de Marx o Sombart. En otro sentido puramente vinculado con la obra de arte, contemplativo, subjetivo, nos hallamos ante la reflexión propia de un juicio de tipo estético, dominado por los sentimientos generados por un contenido fenoménico, dado en el espacio y el tiempo, como es la obra de arte vista desde la reflexión filosófica de un Kant idealista; un juicio intermedio entre la necesidad de lo real y externo al sujeto y lo subjetivo y posible de la interpretación dinámica y sin fin del espectador.
Pero de lo que se trata es de hacer un tratamiento gnoseológico de regressus a las ideas últimas que otorgan significado al contenido global de la obra, hemos de explicar las causas de lo aparente, la naturaleza última de las sombras. Hemos de ser transductores de la obra de arte, interpretes para otros, darle su sentido inacabado. El mundo en marcha es el mundo que vemos, es el único mundo. No hay dioses, no hay verdad, fin de la metafísica en palabras de un Nietzsche encolerizado y encargado en su Gaya ciencia (125) de asesinar a Dios y anunciarlo (esta es la naturaleza de su obra, literatura en forma de aforismos para ser interpretados por un público aristocrático, no mediocre) al conjunto de aquellos superhombres que tengan oídos para saber escuchar que estamos solos y que además sepan que hemos roto las cadenas de la servidumbre. Lo real es lucha por la vida, los valores éticos y morales son rigurosamente biológicos, la política una voluntad de poder de los menos frente a los más y débiles, una política categorizada como orden humano y natural siendo de este modo lo bueno sinónimo de fuerte.
Los saberes humanos, los saberes operatorios y del hacer y del deshacer con sentido, transforman la realidad, la alteran. Lo natural resulta ser infecto, no se puede entender como unidad, es físico y a la vez es humano, es impersonal y a la vez es personal; hay grados, es complejo, y lo que resulta más difícil de diagnosticar por ser inagotable es el mismo hombre. Ahora bien, se produce la inversión teológica. Dios es neutralizado, pero no sus ideales, del cielo pasan a la tierra. De las virtudes cardinales, se pasa a los valores humanos, de la fe, la esperanza y la caridad, se pasa a la igualdad, la libertad y la solidaridad (nos queda grande la fraternidad, mejor limitarla y perpetuar los desequilibrios). Los nuevos valores dominantes son coordinadores y no se sabe si organizan las partes y las subpartes de un conglomerado tan complejo como es el del ovillo formado por le ética individual, la moral de grupo, y la política de Estado, bien sea como premisas o bien como conclusiones, esto es, como fines de un proyecto colectivo práctico en equilibrio con la naturaleza. La obra de arte sirve como vehículo de ideas, se torna fetiche, su contenido material se eleva, se personaliza, y el resultado es un hacer racional capaz de trasladar un mensaje con fuerte carga ideológica, política y por qué no: pedagógica. Nos dice que los ideales se hacen carne (progressus, de las ideas a lo mundano), pero no en la figura humana y divina de Cristo, sino en nosotros, en cada uno de los que somos, existimos (Descartes), yoes uniformados, comunes, repetidos hasta la saciedad, sombras de reflexión, fin de la filosofía en sentido académico de raíz griega, solos y mal acompañados, incapaces de discernir entre verdad y mentira, entre realidad y ficción, necesidad y posibilidad, existencia e inexistencia. Individuo flotante, fluido hoy, sin norte, sin proyecto compartido, que vive feliz en un mundo de despojos, despreocupado y sobre todo desquiciado al mostrar por cierto lo que no es más que una libertad esclava, perversa, que otorga una responsabilidad máxima para poder alcanzar la fama, el reconocimiento de los que sólo son puros desconocidos, pero que también concede la culpa única del fracaso. No intentar fraguar una coexistencia más sólida, apuntalar la individualidad sólo produce hiperreflexión, remolinos de dudas sin solución, desordenes en forma de angustias y depresiones. Lo normal es lo caótico y falso. Es el triunfo de lo irracional racionalmente construido, del romanticismo alemán e idealista que choca inexorablemente contra la terca realidad. La obra ofrece una imagen pero no quiere dar soluciones, desenmascarar la realidad. El ideal gana. El ser es lo percibido, ya no hay nexos causales que permitan dar cuenta de lo trascendental desde lo accesible por nuestros sentidos, Santo Tomás devaluado por la crítica nominalista y empiristas de Ockham y Hume.
Dos curiosidades. Como receptor de la obra. En sentido alegórico. Me dirige al símbolo de la marca italiana deportiva Kappa, dos personas sentadas, esta vez no contorsionadas para marcar la líneas rectas del grafo «k», de ambos sexos (antes eran ambos hombres, los tiempos cambian) pero vistos como sombras. Ahora ya sabemos que lo biológico es ideológico, que el género sustituye al sexo, que lo fluido manda, que los menos se hacen con el discurso de los más, que el debate como combate se anula por presentarse sin ser siquiera activado como irracional, cuando no retrogrado y fascista. No hay significado, no hay realidad ontológica que valga, sólo hay sombras, significantes, textos, relatos, experiencias de vida sexuales que se creen originales y no son otra cosa que modos inducidos de ver la realidad práctica, por tanto tomada desde fuera y erróneamente entendida como íntima. Falsa conciencia que está cómoda en la aceptación de la mayoría y del silencio. Y una segunda anécdota. La sombra con perfil «K» remitirá de algún modo a los personajes absurdos y agobiados por las estancias desangeladas, oscuras, frías, delirantes, conectadas por pasillos estrechos que en ocasiones sólo conducían a puertas cerradas, a personajes de existencia única, sin conexión con los demás, fuente de diálogos sin sentido coronados por el temor al no saber qué futuro hay. Es obvio que hablamos de Kafka y su insignificancia ante el poder que lo esclaviza y desconoce. Hoy parece que el agobio se revela como ocio o como personaje que enmascara lo que realmente muchos somos: uno más indiferente con su pequeña cota de fama, muy lejos de la felicidad canalla que nos vende la posibilidad al alcance de la mano de la fama como famoso, o sea como dios en el más acá.
3.- ¿En qué otros ámbitos de la vida cotidiana se cuestiona el problema de la distinción entre apariencia y realidad? Busque un ejemplo y reflexione argumentativamente sobre él.
Más arriba sugerido. Cincelado con las nuevas tecnologías de la comunicación. Only togheter, aislados y a la vez mal acompañados. La inmediatez el ring de la falsa disputa, de la falsa imagen, momento para la farsa. El yo original desparece, el personaje enmascarado se ofrece para ser visto y aceptado como lo que no es. En el barullo, en el caos de la mentira, de la pose construida para satisfacer al otro que no se sabe quién es (sombras) uno se convierte en un despojo, no llegan los likes deseados. El orden ahora romántico y caótico, sin sentido y mayoritario, crece, se convierte en una montaña de mentiras aceptadas, es la energía necesaria para que la apariencia perdure y se convierta en una nueva realidad, virtual, pero adictiva. Resultamos estar solos, siameses unidos en el desconocimiento del otro. Coexistencia sin el otro por desconocido. No nos enriquecemos, nos hacemos más infantiles. No somos mejores ciudadanos, y menos personas, nos empequeñecemos en el engolfado ser depredador y egoísta que no es otro que el del consumidor feliz. Aparecen las amenazas. El desorden triunfa, nuestra hiperreflexión crece, desatendemos lo cotidiano, no sabemos solventar los retos habituales de la vida. Nos angustiamos, nos deprimimos, nos suicidamos. Un relato sí, pero ajustado a lo representado a través de una arte poético como el de la escultura, sin tiempo, sin narración, sin historia que no sea la del espectador interesado, de no ser así, un mero artefacto decorativo.
4.- ¿Con qué relaciona la creación artística, con el mundo de la apariencia o con el mundo real? ¿Qué sentido o función cree usted que tiene una obra de arte como la de la imagen?
No hay creación artística y sí construcción racional a partir de los materiales dados en la misma realidad. El arte es una hacer que parte de un ejercicio reflexivo del mundus aspectabilis, y es así porque es obligado explorarlo, analizarlo, y una vez hecho y sin comprometerse con la verdad ni con la utilidad (el arte no es ciencia y no es tecnología), el autor libremente puede dar un giro, alterar lo dado introduciendo nexos no siempre obligados, ni causales, produciendo así un objeto que pretende ser un artefacto que perdure en el tiempo, este es el fin de su hacer. Puede ser abstracto, autogórico, música no vocal, pintura o escultura, decir de sí mismo (arte conceptual) o en cambio puede ser alegórico, decir de algo, lo que exige tratar lo aparente como real.
Empero, por la naturaleza de los nexos podemos diferenciar en lo relativo a su existencia dos dimensiones del ser. Si están dados en la realidad, si son realmente efectivos, unidos por nexos necesarios, digamos anantrópicos o constituidos en verdades que van más allá de las voluntades de los sujetos, o si no están dados en la realidad, si están pintados, narrados, predicados, imaginados, dará lugar a la ficción o apariencia; este es un modo sui géneris de ser; existen sólo en el papel, el cuadro, el mármol, o el celuloide, y comportan un grado de realidad más débil y estructural, pero que tienen la posibilidad de influir, codeterminar el futuro, y tener efectos causales en la realidad dada: falsas noticias, falsas ideologías con fuerza para habilitar a la acción, o el arte como componente catártico decisivo y yo añadiría que también psicagógico. El arte práctico, narrado, ejecutado en un tiempo, como conductor de almas que son por un momento extraídas de la prosa de la vida, para ser manipuladas, elevadas, rebajadas, y enfrentadas a lo desquiciante, a lo cruel, a lo alegre; un arte que es capaz de extraer de nosotros lo más íntimo: nuestras emociones más ocultas, que existen pero que no se manifiestan en el día a día. Y además, como en la imagen objeto de reflexión, para hacernos preguntas que nos permitan intentar desenmascarar las causas de la mentira. La obra de arte puede ser la excusa perfecta para un buen comienzo en el horizonte de la interrogación sin clausura.
Otras si bien pintadas y narradas pueden estar relacionadas con la existencia efectiva, con las realidades ejercitadas, caso de los mapas que con ser artefactos no son arte, son tecnologías que materializan ciencias obligadas a ser útiles, nada que ver con contenidos sonoros interpretados en un presente en marcha como pueda ser El ocaso de los dioses de R. Wagner que en su puesta en escena allá por abril de 1945, en el Berlín asediado y a punto de capitular ante las fuerzas soviéticas, logró emocionar a quienes hasta hacía bien poco se mostraban impasibles frente a la muerte por asesinato de miles de personas en las cámaras de gas, cadáveres convertidos después en cenizas gracias a los eficaces hornos Krupp y la mano de obra de las víctimas vivas que luchaban de modo despiadado por sobrevivir a la barbarie de sus blancos verdugos.
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