La inteligencia, ciencia, arte, e ideología eutáxica

Fecha: 6 marzo, 2021 por: dariomartinez

Conociendo emociones - El Monstruo de Colores - Edikeus

Texto construido y ampliado al terreno de lo artístico a partir de un guion extraído de un libro de texto de Psicología para alumnos de 2º de bachillerato de la editorial McGraw Hill. Que no se olvide

1.- Una primera aproximación. Delimitando el terreno a modo de agrimensor

Tema central insertado en el problema de la mente humana (mens, en términos espinosistas), o si se quiere de la conciencia humana. A inicios del siglo pasado la Psicología traslada el asunto al laboratorio (aula y taller, en él se enseña y se construye ciencia). Me apoyo en textos clásicos, acudo a ellos, no pretendo ser original. Dar cuenta de la esencia de lo que es la inteligencia requiere de un proceso bien elaborado. La salida lógica es hacer ciencia.

Las primeras aproximaciones son a través de los animales vistos en un principio como seres del eje radial del espacio antropológico de Gustavo Bueno. Ahora bien, estos también pueden ser entendidos como seres dotados de razón y con los que podemos mantener una relación asimétrica, así serán vistos y entendidos como démones, ahora pertenecientes al eje angular del espacio antropológico, finalmente también se entenderán como voluntades que podemos doblegar desde nuestra voluntad más potente, conducir al orden humano y equipararlos en el límite a nosotros al elevarlos al mismo plano ético humano, en este caso estaríamos hablando de relaciones presididas por la igualdad y ya dentro del eje circular del espacio antropológico. Por tanto, los grados de inteligencia animal varían según las especies, lo que hace que puedan ser tratados como cosas (radial), como personas (circular) o como númenes (angular).

Es su hacer sin duda inteligente: asocian estrategias de respuesta para solucionar problemas, se adaptan al entorno y logran convertir en hábito lo aprendido si el resultado es exitoso, es decir si permite que sigan sobreviviendo.  El método, extendido por Popper más allá de lo etológico al trasladarlo a la labor, suponemos  que racional, de los científicos en su hacer orientado a la verdad (su famoso falsacionismo como criterio de demarcación). Como primates que somos, hermanos evolutivos de los chimpancés (no descendemos del mono), la eficacia en la supervivencia de la especie y la eficacia en la construcción de teoremas, axiomas, leyes, o principios científicos, obedece a un proceso de falsación compartido que no es otro que el método de ensayo y error. En la etología lo defendió quien fuera su padre fundador: Lorenz, en Psicología: Thorndike.

En fin, el método comparativo de la inteligencia de las diferentes especies permitía concluir que los patrones de conducta de los primates y el hombre no diferían especialmente entre sí, en términos antropológicos, se podían entender nuestros vínculos interespecíficos en un plano circular de igualdad, primer paso para la nueva nematología ecologista. Se dignifica a los animales, y más aquí con la ideología socialdemócrata vacía de marxismo y krausista que extendía la idea de bien ético al conjunto de los seres vivos de este planeta. El ecologismo sin madurar pero ya con su núcleo activo como género plotiniano, aún sin cuerpo y sin iniciar su marcha hacia la conquista de la doctrina fuerza hoy más poderosa, solo necesitará del aliento venido del lejano oeste.

Después de todo. Pregunta filosófica y de raíz griega: ¿Qué es la inteligencia? Es, por de pronto,  un todo atributivo de partes heterogéneas que surge por una síntesis compleja entre la representación espacio/temporal, la mano prensil, la conducta exploratoria, el andar erecto y el desarrollo del lenguaje articulado que facilita operar a distancia, dilatar el tiempo, ampliar contenidos que pueden ser reales o ficticios, gramaticalizar conductas, expresar deseos, creencias, sentimientos, emociones o conocimientos y por último, dar cuenta de otros lenguajes no humanos (es decir, podemos entender el lenguaje de las abejas, pero las abejas no pueden dar cuenta de nuestro lenguaje articulado); en el origen la capacidad de hablar del hombre es universal y con tendencia a lo particular, a los lenguajes de cada grupo más o menos diferenciado: tribu, clan, horda, etnia, pueblo, nación, imperio.

Hemos de reconocer que nuestra inteligencia, sin negársela a los animales y convertirlos en bestias con conductas mecánicas, sin alma, y con causa en la pura extensión material, corporal, tal y como sostuvo en su día el filósofo Descartes y anteriormente el médico judío español Gómez Pereira, es más compleja y fruto de ella están todos los contenidos que objetivamente podemos evaluar, y que forman parte de lo que podríamos llamar cultura extrasomática.

De este modo, la inteligencia es deconstruir, construir, operar con contenidos de la realidad a través de operaciones de unir y separar, producto de procesos reflexivos racionales que recuperando a través de la memoria  (anamnesis) el pasado permiten programar, proyectar de cara al futuro (prolepsis) para sobrevivir y también en tanto que personas que hemos abandonado lo estrictamente natural y nos hemos instalado en el terreno siempre difícil de lo histórico y político, para vivir mejor en tanto que miembros de un grupo, clase social o estado, formando ideas, vehiculizándolas con mitos, con la poética del cine por ejemplo (Navarro Crego), elaborando mecanismos cada vez más sofisticados para entender la realidad, doblegarla, dominarla y poner en orden lo que se entiende como conductas desordenadas o patológicas de otros hombres. Una inteligencia como capacidad para construir verdades más allá del espacio y del tiempo, ajenas a las voluntades humanas, verdades no culturales, no sometidas a ideologías por ser anantrópicas, pero que con todo existen; son las verdades de la Matemáticas. O verdades de las ciencias naturales de la Física, de la Biología o de la Química que están dadas en el espacio y el tiempo.

La inteligencia humana es diversa y a nivel político no existe la humanidad como totalidad atributiva sino que lo que hay es una humanidad distribuida en estados, en alianzas que luchan por garantizar la estabilidad y el bienestar de sus ciudadanos, incluso a muerte: guerras entre imperios por la hegemonía mundial, guerras como procesos agresivos, violentos, crueles, sangrientos, y racionales como mecanismos civilizadores (episodios más enriquecedores para el progreso de la ciencias y las tecnologías, paridas por la inteligencia de los ciudadanos agrupados en torno a un proyecto común).

2.- Tipos de inteligencias. Desde la atalaya de la Psicología

Partiendo del reconocimiento de la problematicidad de la Psicología como ciencia, por su peculiar hacer y por su conflictivo y cambiante contenido infecto (o sea cada uno de nosotros, con su hacer libre, a veces arbitrario, impredecible e incluso ficticio o falso), se reconocen cuatro dimensiones constitutivas de la inteligencia, es decir se pueden analizar de forma independiente disociándolas pero nunca separándolas y estudiándolas de forma autónoma. Por tanto tenemos:

a.- La inteligencia como capacidad o competencia. Depende la dotación genética y de la estructura y funcionamiento del cerebro. Son capacidades innatas que el ser humano ha de desarrollar en un medio natural e histórico social dado a priori, el teatro de la vida. La inteligencia será la interacción entre herencia y ambiente (antropológico, etnológico) y cultural, social e histórico (político).

b.- La inteligencia como procedimiento o estrategia, prudencia o cautela para planear, proyectar desde lo que se sabe con un fin o propósito que se ha de prever como útil para conducir hacia lo mejor a cada uno de nosotros (firmeza), y si uno no es un idiota a los demás (generosidad).

c:- La inteligencia como conocimiento. Relativo a uno mismo en su entorno, relativo a sí mismo o como construcción de hechos vía hipótesis, conceptos, procedimientos técnicos o tecnológicos, de unir y separar con sentido en el marco de un marco teórico seguro. No hay nada más práctico que una buena teoría. Tendencia que puede llegar a ser perversa cuando el saber se dirige hacia la especialización; es el conocimiento preciso, sin errores, verdadero, profesional, de lo particular y de espaldas a lo general.

d.- La inteligencia como adaptación al entorno. En la línea de Darwin, la inteligencia como proceso complejo, gramaticalizado, ceremonial y que trasciende lo animal con el propósito de vivir y si es en el interior de una sociedad política en marcha (estado) vivir bien (Aristóteles).

Ahora bien, ¿qué es esa cosa llamada inteligencia?, ¿qué hacer con los individuos o las clases sociales definidas políticamente, y de acuerdo con un test objetivo, menos inteligentes o distintas?, ¿quiénes realizan las pruebas de inteligencia y bajo qué parámetros? El problema ya no es sólo de la Psicología sino de dicha ciencia convertida en ideología.

2.1.- Teorías clásicas

El siglo XX ha sido el siglo del estudio de las diferencias en la inteligencia humana, más que el estudio de lo qué es la inteligencia. Hoy es el siglo de la inteligencia emocional, a todos nos iguala y a todos no privilegia. Un producto más para una sociedad sin dios, o con muchos y diminutos dioses, muchos de ellos absurdos, abrazada al relativismo cultural capaz de erosionar hasta triturar toda verdad, de equiparar toda manifestación cultural (tolerancia), y por último inmersa en el ecologismo, doctrina incuestionable camino del veganismo universal y de la oportunidad para ceder el testigo del control y domino por atracción (como fuerza centrípeta, nuevo modelo de dominio con menos riesgos de desgaste por imposición material agotadora de todo tipo de recursos, v.g. los procesos de deslocalización de los siglos XIX y XX) del Imperio en construcción Chino.

Distintos enfoques en el estudio de un mismo, se supone, contenido: la inteligencia. Destacamos:

1.- El enfoque diferencial. Se centra en el análisis de si la inteligencia es una facultad humana que consta de una aptitud o de varias. En función del resultado se podrá evaluar de forma precisa, con resultados psicométricos, las diferencias existentes entre varias personas. Son los famosos test sobre el Coeficiente de Inteligencia (CI).

2.- El enfoque cognitivo. Estudio de la forma y estructura que cada individuo emplea en la elaboración y representación de la información.

3.- El enfoque evolutivo. Se fija en la génesis y evolución en el desarrollo de la persona y su inteligencia. Enfoque ontogenético, estudio de la mentira y el juego para dar cuenta de la elaboración, asunción y crítica de las normas. Piaget, Kohlberg (los trataremos más adelante).

4.- El enfoque biológico. Estudio del sustrato biológico y anatómico que hace posible la inteligencia. La sociobiología de Dawkins y su ficticio gen egoísta.

2.2.- Las siete habilidades mentales primarias de Thurstone:

a.- Compresión verbal. Test de vocabulario y comprensión lectora.

b.- Fluidez verbal. Test de producción de palabras.

c.- Aptitud numérica. Cálculos simples y resolución de problemas.

d.- Memoria. Recuerdo de series de palabras, números, letras…

e.- Rapidez perceptiva. Reconocimiento rápido de letras y números y la facilidad para señalar diferencias y semejanzas entre distintos dibujos.

f.- Visualización espacial. Visualización de formas para resolver puzles.

g.- Razonamiento inductivo. Razonar a partir de lo particular para intentar llegar a lo general. Test de letras o números.

3.- Evaluación de la inteligencia: test (CI)

¿Qué es un test? Es una técnica para medir la inteligencia, consta de preguntas y tareas dirigidas a un individuo para comprobar su capacidad o conocimiento, su habilidad para resolverlo. De los resultados individuales se puede inferir a través de una metodología comparativa con el grupo al que pertenece su Coeficiente de Inteligencia (CI).

Los test de inteligencia aparecen por primera vez a principios del siglo XX. Se quieren medir las capacidades intelectuales de los alumnos para predecir su rendimiento escolar. Más tarde se trasladará al ámbito laboral. Domina en países de raíz protestante: EE.UU., Alemania, Reino Unido. Se trata de identificar posibles líderes en una comunidad política ordenada entorno al individualismo de corte liberal.

Las pruebas diseñadas para medir la inteligencia deben reunir estas características:

  • Si se obtiene el mismo resultado cada vez que se aplica.
  • Mide lo que afirma medir. Es decir los resultados permiten pronosticar trayectorias académicas o laborales futuras (quiere ser una ciencia anantrópica y arrancar futuros necesarios cuando el futuro humano construido por nosotros en el presente y humano permite pronósticos probables, dinámicos, convencionales, posibles y antrópicos).
  • Constan de dos partes: verbal y no verbal; lógico, matemático y de imágenes seriadas.

Se centran en un campo muy reducido del complejo comportamiento humano, asocian la inteligencia al domino matemático y lógico, el obrar humano, la elaboración de pensamientos y conductas es mucho más compleja, no somos ordenadores.  Dejan de lado los procesos cognitivos, el término medio del razonamiento por decirlo de alguna manera. Se desprecia la creatividad, los análisis exploratorios diferentes de la realidad, las posibilidad combinatorias no estandarizadas, se busca en definitiva perpetuar con el arma de la ciencia la doctrina política dominante, el orden del Estado de lo que se supone el pueblo elegido, predestinado, fiel y no pecador. Obedecer es bueno porque deriva de la autoridad más allá de si la ley o el orden establecido es justo o no (positivismo jurídico).

3.1.- De la inteligencia emocional

No hay razón pura práctica. No sólo somos inteligentes porque elaboramos saberes a través de esquemas lógicos y matemáticos, o de conceptos del entendimiento que aumentan nuestro saber si se ajustan a lo sensible. Sólo conocemos en nosotros, en un mí único, independiente y a la vez universal y humano.

No hay dicotomía efectiva entre el cuerpo y la mente, la naturaleza y el espíritu, los afectos y lo irracional y lo inteligente y racional. Nuestra inteligencia es más compleja, elaboramos información con herramientas que no son exclusivas de las estructuras operatorias, verdaderas, anantrópicas, de la lógica y de las matemáticas. Obramos de acuerdo también a los sentimientos. Las conexiones del sistema límbico y neocórtex nos permiten programar, tomar decisiones más prudentes, aprender de los errores para dar un giro a nuestras trayectorias de vida empobrecedoras de nuestro ser personal y abocadas a la desgracia. La emoción y la razón se complementan, aunque hoy se privilegia hasta la desconexión, hasta hacer recaer, como motivo firme de la evaluación de los resultados, de los saberes acreditados y asociados con la verdad de por ejemplo un alumno, en lo exclusivamente vivencial, emocional, personal y sentimental dejando de lado los contenidos rigurosamente comprometidos con la verdad

En esta línea: Antonio Damasio, el caso de Phineas Gage, y Goleman y las cinco habilidades de la inteligencia emocional:

Conciencia de uno mismo. Pensar antes de actuar  y responsabilizarse de sus actos (Prometeo vs. Epimeteo). Nada nuevo bajo el Sol: Sócrates, Platón y Aristóteles.

Autocontrol emocional. Control de gustos y emociones según las circunstancias. Control de estrés y ansiedad, apertura a los cambios y a las nuevas ideas (diría que opiniones, que no es lo mismo, sigo a Platón y no soy para nada original)

Automotivación. Animarse uno mismo para lograr los objetivos deseados. Cuidado, la motivación puede empeorar las cosas, y la motivación sin una mínima sindéresis puede ser peligrosa. Se han de añadir variables, parámetros, en el vacío es hablar por hablar. Del mismo modo la automotivación sin resultados puede ser tan inútil como perjudicial. La motivación así arrojada es un término sincategorial, sin referencias pierde su sentido.

El reconocimiento de las emociones ajenas. Ponerse en el lugar del otro. La empatía parece asociada necesariamente al respeto o tolerancia incondicional del otro, asoma el relativismo, cuidado con no corregir el error y sobre todo con fomentarlo por necesidad de una falsa conciencia o acto de mala fe.

El control de las relaciones. Diversas, éticas, morales, jurídicas. Planes diferentes. No reconocerlos da lugar a un pupurri posmoderno que acaba con un fácil, y caprichoso, «todo vale». Facultad orientada a los líderes de grupos, a los individuos capaces de organizar cambios y que con su carisma pueden llegar a doblegar cualquier sistema político.

No se pueden tratar estas facultades de la inteligencia en el vacío, así la paloma de Kant no podría volar.

3.2. De las inteligencias múltiples (H. Gardner)

Considera que la inteligencia es una amalgama de destrezas para crear, aprender y resolver problemas, que permite al individuo resolver las situaciones de la vida y hacer algo valioso para una comunidad o cultura. Ojo, muchos intelectuales fueron los que espolearon a muchas sociedades a un destino tan irreversible como trágico, hablamos del peligro de las ideas y de las utopías que, por inoperantes, por poco efectivas pueden conducir a una falsa prioridad que permita justificar el sacrificio del presente en aras a un futuro o un pasado mejores. ¡Cuidado con los intelectuales que en ocasiones son herejes de lo mejor!

Todo depende de la dotación biológica, de su interacción con el entorno y de la cultura (¿qué es?, por lo pronto, puede ser entendida como un mito oscuro y especialmente dominador, la coartada perfecta para convertir el error en belleza y en bien; o  como un mito iluminador, ideológico y perpetuador de la eutaxia de un estado concreto frente a otros «Navarro Crego»). Hay distintos perfiles intelectuales, sigo las propuestas teóricos en este campo de la Piscología:

1.- Inteligencia lingüística. Es la capacidad para usar palabras de manera más efectiva, en forma oral o escrita.

2.- Inteligencia lógico-matemática. La capacidad para utilizar los números y razonar adecuadamente: categorización (tantas como ciencias, inconmensurables, no hay una ciencia que las organice de forma geométrica a todas), clasificación, inferencia, generalización, cálculo y demostración de hipótesis (heurística).

3.- Inteligencia espacial. La capacidad de percibir de forma adecuada el mundo visual, de analizarlo y explorarlo para transformarlo: artistas, ingenieros, arquitectos.

4.- Inteligencia musical. Es la capacidad de transformar, expresar, discriminar (transductor o interprete de la obra musical para otros) y escuchar las formas musicales.

5.- Inteligencia corporal-cinestésica. Es la habilidad para usar el cuerpo en la expresión de ideas y sentimientos (v.g. danza, atletismo), y el uso de las manos para transformar elementos (v.g. cirugía, mecánica).

6-7.- Inteligencia intrapersonal/interpersonal. Conocimiento de uno mismo, reconocimiento de las virtudes y de las limitaciones. Propio de psicólogos, filósofos, médicos  y artistas (mejor sería decir que el conocimiento es de los otros, el propósito es psicagógico -«Alvargonzález»-, conocer al espectador, paciente, alumno, para dirigir su alma, apelar a su saber para resolver nuevas propuestas, extraer su yo más interno, emocional y sentimental para por un momento, sin ser manipulado ideológicamente, despojarlo de la prosa de la vida. El arte sustantivo sería la mejor herramienta. Será en su poética catártico «Aristóteles»).

8.- Inteligencia naturalista. Incluye las habilidades de observación, reflexión y cuestionamiento de nuestro entorno con un propósito crítico: clasificar, distinguir, discriminar y sistematizar el mundo natural.

Luego nuestra inteligencia no solo se mide apelando a las habilidades lingüísticas, lógico-matemáticas y espaciales. Tampoco se han de entender como totalidades distributivas, independientes, yuxtapuestas. La inteligencia se ha de ver como una totalidad atributiva, como habilidades o partes de un todo que se puede disociar pero no separar, como partes formales, que no materiales (Gustavo Bueno).

4.- Del desarrollo cognitivo. Los estudios de Piaget y Kohlberg, una aproximación

a.1.- El origen de la moral en el niño según Piaget. Nada original, por el terreno firme de lo ya recorrido.

Piaget acude al juego de las canicas para explicar el origen de la moral, o sea: de las normas que a todos nos obligan en las primeras etapas de nuestras vidas. La moral no es lo mismo que la ética, si la moral son las acciones prácticas orientadas a la pervivencia del grupo, la ética hace referencia a las acciones prácticas y útiles dirigidas al mantenimiento y al enriquecimiento de la vida del individuo. No son conmensurables y entre ellas no hay una relación de igualdad; los conflictos entre ética y moral (incluso trágicos, v.g «Antígona») se resuelven con el derecho positivo, cristalizan las que se consideran mejores.

El psicólogo francés observa que en dicho juego los niños le dan sentido acudiendo a reglas flexibles y sujetas a constantes innovaciones. A su vez, observa que una cosa es que se usen reglas de juego (práctica) y otra distinta, aunque relacionada, que sean conscientes o reflexionen sobre ellas (teoría). En el plano de la práctica distingue cuatro etapas:

1.- De 0-2 años, es una etapa asociada a la manipulación de las canicas, es individual e independiente de toda relación social; el niño gana en destreza motriz y se va formando racionalmente, las manos son esenciales. Apenas tiene significado ético. La existencia del niño se agota casi exclusivamente en la coexistencia con otros, su dependencia es absoluta.

2.- De 2-5 años. Es una fase de juego egocéntrico, cada niño introduce sus reglas, es decir: son sus canicas, son sus reglas y por lo tanto todos pueden llegar a ganar. Hay reglas pero sobre ellas no se reflexiona, no se toma conciencia de ellas y no son obligatorias. Es la fase del niño en la que los padres luchamos porque comiencen a compartir…la mayoría de las veces con poco éxito

3.- De 5-11 años. El juego se socializa, se introducen reglas que obligan a todos. Son reglas que no se pueden discutir y su legitimidad viene de una autoridad externa, generalmente un niño mayor. Por tanto, actuar moralmente es obedecer las reglas, es ser heterónomo. Se teme el castigo y se acepta, no se plantean los niños a esta edad la justicia o no del mismo. No han realizado aún el ritual de paso, aquí tradicionalmente se marca con la primera comunión, el niño deja de ser infante y comienza a preguntarse el porqué de las normas impuestas, también empieza analizar de modo autónomo lo que está bien y lo que está mal.

4.- A partir de los 11 años. Las reglas se asumen en la práctica pero además todos los participantes las han interiorizado, esto hace que el juego se enriquezca pudiendo abrirse a nuevas reglas que lo hagan más atractivo. Entre todos los participantes hay un pacto, una aceptación racional del respeto de las reglas y dicha aceptación es libre y autónoma por parte del conjunto del grupo.

Pero Piaget no se queda aquí. Se dispone a investigar como el niño pasa de la heteronomía a la autonomía moral y para ello acude al significado en el niño de la mentira. Así observa tres fases:

a) El niño juzga la mentira como mala porque se castiga. Mentir es un síntoma de que no será bien recibido por el grupo. Detrás del castigo hay una autoridad, con todo el niño comienza a percibir que la mentira es mala por el castigo pero también porque detrás de ella hay una falta de respeto; comienza a nacer en el niño una tímida autonomía ética, empieza a diferencias entre el bien y el mal.

b) En la segunda fase el niño ve como malos ojos el infringir la norma a través de la mentira. Mentir en sí mismo es malo, es no acatar las normas. Con todo comienzan a reflexionar sobre las intenciones y las circunstancias que llevaron al niño a mentir.

c) En la tercera fase el niño percibe las normas o los valores morales como algo ajeno a su conciencia. Por tanto, la responsabilidad va disminuyendo con la edad y los niños comienzan a valorar como más importante y decisivo las circunstancias o las intenciones que el resultado de la mentira o el quebranto de las normas.

Por último, ¿cómo entienden en su desarrollo moral los niños el sentido de la justicia? Piaget establece tres periodos:

En el primero, que dura hasta los 7 u 8 años, el niño subordina la justicia a la autoridad adulta. La justicia ahora es expiatoria, sirve para purgar las malas acciones, para evitar que se vuelvan a repetir. Así la sanción más severa es la más justa y se aceptan los castigos colectivos sin rechistar. Moral de la obligación y de la heteronomía ética.

En el segundo periodo, que dura desde los 8 a los 11 años, es el momento del llamado igualitarismo progresivo. Más que la sumisión a la autoridad lo que prima es la igualdad en forma de solidaridad entre los niños, se asientan las relaciones de amistad. Moral de la solidaridad entre iguales.

En el tercer periodo, a partir de los 12 años, es una idea de justicia más racional, más compleja, entendida como equidad. El castigo justo es aquel que es proporcional al grado de la infracción cometida. No se admiten los castigos colectivos, y lo más injusto se relaciona con las injusticias discriminatorias y económicas protagonizadas por los adultos. Moral de la equidad y de la autonomía ética.

a.2.- El origen de la moral en Kohlberg.

El desarrollo moral en el niño pasa a seis estadios.

Estadio 1. Es una etapa calificada de egocéntrica. El niño trata de eludir los castigos, sus acciones obedecen a su carácter, a lo que él quiere, y no se preocupa para nada de las costumbres o convenciones. Hace lo que le da la gana (no lo que quiere, entre otras razones porque no sabe) y por tanto la autoridad se confunde con uno mismo. Casi recuerda al niño de Nietzsche, embrión del superhombre, fin de la cultura del domino de la mayoría débil, judía, cristina y femenina.

Estadio 2. Te doy para que me des. Es también ajena a las normas esta etapa y sólo persigue satisfacer los intereses inmediatos. Por lo tanto, es un estadio dominado por lo pragmático e individual, sólo hay trato si me beneficia. Traspasando la barrera de la infancia, en el lodazal de los adultos acomplejados y primitivos por simples, el lema sería: “tanto tienes, tanto vales”…lo de menos es como lo tienes, estas en la élite, eres un elegido, el destino providencial así lo ha querido, los méritos lo de menos, el azar del juego un nuevo protestantismo laico, sin Dios, ni siquiera despedazado.

Estadio 3. Aquí los niños persiguen encontrar su sitio ajustándose a las normas del grupo, bien sea como hijo, amigo, hermano, jugador de un equipo, etc. En este marco cerrado de convivencia el chico reconoce la importancia de la empatía, y valora positivamente la confianza, la lealtad, el respeto mutuo, la amistad como  lugar en que una mala acción en el círculo de la fidelidad es doblemente injusta, más dañina y perversa, etc.

Estadio 4. El compromiso ahora se amplía al conjunto de la sociedad. El chico reconoce que incumplir las normas es un desastre para todos. Aparece una conciencia del deber, reconoce autónomamente sus obligaciones, sus deberes con el conjunto de la sociedad. Observar que algunos jóvenes pueden retroceder al estadio 2, entienden las normas sociales como amorales y se sitúan en una perspectiva ajena a cualquier compromiso social, se convierten en auténticos imbéciles morales y buscan refugio en grupos informales que les elevan y legitiman en todas y cada una de sus acciones por muy irracionales y faltas de fortaleza ética que puedan llegar a ser. Es por decirlo de alguna manera una especie de Síndrome de Peter Pam degenerado.

Estadio 5. A partir de los 25 años. Ahora lo correcto es la defensa de aquellos derechos que entendemos como prioritarios: la vida, la libertad, la propiedad privada, la igualdad ante la ley, etc., y son prioritarios porque son útiles para que una sociedad política funcione bien, es decir: es bueno porque se orienta al bien general de una sociedad concreta.

Estadio 6. La justificación racional del estadio anterior se generaliza y se entiende ahora como universal, se asocia a la necesidad de garantizar, a toda costa y en caso de conflicto, los Derechos Humanos. Por tanto, toda persona por el mero hecho de serlo es un sujeto ético racional y con derechos siempre y cuando obedezca a la ley moral. Por tanto, el hombre es un fin en sí mismo y no debemos entenderlo como un medio, máxima kantiana que culmina el proceso de Kohlberg del origen de la ética en el individuo.

Fuerza sus sistematicidad psicológica para conservar su punto de partida: la ley moral en el sujeto en tanto que humanidad que es libre, y que postula para su racionalidad y sentido como necesidad la inmortalidad del alma y la existencia de Dios sin cuerpo de la iglesia, ni oraciones, ni mandatos.

Sobre Kant mis artículos «Kant y su Dios I,II,II,IV,V» en este mismo blog.

 

El peligro de la no verdad

Fecha: 18 agosto, 2020 por: dariomartinez

No pretendo ser visto como un ilustrado. Resultaría ridículo. Me acopio de una metáfora que permite entender alguna de las tristes situaciones que se viven en nuestro país. «La luz permite ver las tinieblas». Hoy parece que muchos destacan por sus pocas luces. No falta inteligencia, sobra interés por negar la verdad.

Somos herederos del saber antiguo de raíz griega. Resulta ineludible. Nuestro pensar se articula a través de una tecnología en forma de grafos, escritos o hablados, que se hunde en el que fue  su hacer reflexivo más elevado. Un intento orientado a la verdad y a la constitución de una sociedad política (polis) lo más justa posible. Aunque se construyan discursos salpicados de razones artificiales, sofisticadas, y erróneas el legado clásico de los más grandes científicos, artistas y filósofos griegos perdura.

La ignorancia en el límite nos dice poco. Es muy sencillo no prestarle atención. El peligro está en los saberes dirigidos a lo imposible, absoluto, misterioso, diluido en la eterna confusión, en los vaivenes de la opinión (tantas como individuos); éste desgraciadamente es el perfecto semillero para el error y la perpetua confusión. En el gnosticismo rampante de hoy el saber brota espontáneamente y esencialmente de una conciencia tan evidente como incognoscible. Hablando se produce como efecto la falta de entendimiento. El diálogo se torna imposible. La motivación, el interés de sus interlocutores, ahonda en el desacuerdo. El compromiso con las opiniones una barrera infranqueable. La llave hacia el buen argumento, hacia el brillo de las buenas ideas, oxidada por el desprecio por el esfuerzo de la difícil tarea que supone la construcción del verdadero saber.  El estudio es ingrato. Hoy el compromiso emocional puede sustituir el conocimiento necesario y demostrado. En el cenagal del nihilismo la verdad causa risa. Los saberes más rigurosos se han de codear por sobrevivir y encontrar su lugar con pseudosaberes que resultan más atractivos, directos, y accesibles al gran público.

El mercado desabastecido de buen saber demostrativo y dialéctico se consolida. No es por ausencia de un buen hacer dirigido por la razón, es el resultado de una censura sofisticada, racional, ficticia y falsa, que persuade y orienta hacia los perversos fantasmas de la mentira. La posmodernidad logra demoler a Dios, pero no al Dios de las religiones ya triturado entre otros por Espinosa. La posmodernidad lo devalúa todo, lo iguala, ya sea la necedad, ya sea la genialidad, todo da como resultado una falsa isovalencia. Así la libertad de la apariencia nos encadena a la vez que expulsa de la república del saber al sabio. El desprecio del no aprecio una herramienta eficaz.

¿Por qué todo esto? La reciente manifestación en la ciudad de Madrid contra la labor del Gobierno en lo referente a la pandemia del CoV-SARS-2. Los manifestantes se aglutinaron en torno a las ideas de la no existencia como ser con necesidad de permanecer y reproducirse de un virus en muchos casos letal, de la fatuidad del uso de mascarilla, de la repulsa por coactiva de la distancia de seguridad y del rechazo a una futura vacuna.

La nesciencia de fondo es preocupante. La necesidad de acudir a falsos saberes para dar sentido a sus razonamientos perversos, artificiosos, capaces de poner en peligro su salud, sus vidas y la de los demás, es cuando menos una manifestación de necedad imprudente; digo la de los otros para dar a entender que sin los demás, el individuo que abraza los derechos humanos no es nada.

Después del hombre ha de tenerse en cuenta que en el curso del proceso histórico está la persona, y como tal,  como individuo reconocido por los otros y que vive en una sociedad de personas libres, es un ciudadano. Luego los derechos que potencialmente se violan con respecto a su persona van más allá de lo estrictamente humano. En el seno de un derecho positivo que gozara de un mínimo de salud su aplicación tendría como consecuencia inmediata su capacidad de obligar. El aspecto formal de las leyes, más allá del contenido material, se ejecutaría sin dudar, evitando la apatía de la mayoría y la indiferencia de una minoría bien organizada que considera que las leyes de todos no les incumben a ellos, dada su naturaleza especial, elevada y por supuesto diferencial. Por cierto, identidad por demostrar, al menos ante los demás.

No lo olvidemos: la ignorancia iguala, la sabiduría diferencia.

Ciencia médica y estrategia política

Fecha: 15 agosto, 2020 por: dariomartinez

Ya no se habla de la comunidad científica en los medios de comunicación. El anuncio de la nueva vacuna contra la COVID-19 por parte del Presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, diluye en puro espectáculo de propaganda infantil y para nada riguroso la idea de ciencia como saber especializado, racional, verdadero y sobre todo «compartido por todos».Recuperando el diagnóstico sociológico sobre la ciencia de Merton y haciendo referencia explícita a su idea como valor de la actividad científica de «comunismo» no se sabe más sobre ciencia. Los ideales mertonianos mejor olvidarlos. La comunidad científica rusa no quiere voluntariamente compartir su hacer en forma de control de esta parcela de la realidad y cuyo objetivo es desactivar la capacidad de ser (conatus) de un virus hasta ahora intratable. En el eje pragmático del campo gnoseológico los científicos rusos no quieren compartir sus saberes, sus dudas con cualquiera.

Los entresijos esenciales de la nueva tecnología médica antivírica no solo no son públicos sino que son guardados con especial recelo por las autoridades políticas rusas. En el elenco de entidades que no saben nada o casi nada la Organización Mundial de la Salud (OMS). En esta dialéctica de Estados el supuesto logro médico de lo que fue parte fundamental de la extinta URSS hemos de interpretarlo como una revancha de unos tiempos pasados no lejanos pero que hicieron de su país un imperio. No es baladí el nombre de la vacuna: Sputnik-V.

Putin juega con los sentimientos de su pueblo. Interesadamente lo fortalece enfrentándolo a terceros. Su política es nacional, y sabe que en el ámbito de la geopolítica la humanidad no existe. Fue el talón de Aquiles del comunismo soviético en sus inicios revolucionarios. En principio universales, después en aras a la supervivencia derivada de la miseria de una guerra civil, en un solo país. La clase trabajadora era una totalidad distributiva enfrentada a muerte en defensa de sus intereses nacionales a clases trabajadoras de otras naciones. La dialéctica de Estados, la lucha de Estados, sin ser exclusiva se presentaba como real y tenazmente eficaz, en este caso por encima de la dialéctica de clases. La realpolitik se imponía

La nueva geopolítica pivota en torno al control del basto y rico territorio de Asia Central. Muchas de las antiguas repúblicas soviéticas son ricas en materias primas vitales para la buena dinámica de las economías nacionales de los países que lideran la gobernanza del mundo, recursos de: uranio, gas natural, petróleo, oro y otros minerales se encuentran en esos países en forma de cantidades ingentes de reservas. El botín que ofrecen los llamados «Balcanes euroasiáticos» es potencialmente enorme. Estar presente de forma amistosa, controlar o participar de las redes de comunicación y distribución de ese territorio central que conecta Asia Oriental con Europa Occidental es prioritario. Tal vez la venta masiva de millones de dosis antivíricas anunciada por Putin vaya dirigida a muchos de esos países: módico precio, contratos económicos, militares, espaciales, tecnológicos y culturales como trasfondo. La lengua rusa, que en su momento fue la lengua oficial del Imperio Soviético, compartida en mayor o menor medida por muchos de ellos podrá facilitar los acuerdos. De resultar la vacuna eficaz, a un paso de que todo esté atado y bien atado. Con la nueva posición de fuerza sus negociaciones con China, ahora entre iguales, y con el objetivo de doblegar a EE.UU. una posibilidad cada vez más real.

La otra cara. Occidente liderado por un país necrotizado, con un sistema en clara inercia hacia el desorden. Un país, un imperio realmente existente con problemas cada vez más urgentes para poder con garantías de éxito y de estabilidad satisfacer las necesidades de consumo y los deseos de sus compatriotas. Unos ciudadanos tan individualizados que no pueden abandonar su ego diminuto e intentar entender que su ética protestante no permite armonizar como ellos esperan su sociedad. Su sistema político liberal y democrático homologado se orienta peligrosamente a la distaxia a raíz de la multitud de inquietudes individuales generadas por una conciencia desbordada de ignorancia. Las nuevas píldoras de felicidad posmoderna y fácil de digerir (sólo requieren de voluntad, emocionarse en el empeño y llevar al paroxismo de la ingenuidad a un yo imposible que como ficción, racional y enferma, no da más de sí) arrastran al ciudadano estadounidense al nihilismo de una nueva barbarie presidida por la no verdad. Ahora el no saber puede ser virtud. En el fango del relativismo todo se esteriliza.

Estados Unidos está perdiendo de forma precipitada su liderazgo mundial. En el terreno económico y tecnológico (móvil 5.0) frente a China. En el ámbito militar sus dispositivos defensivos desbordados por un misil hipersónico de largo alcance con capacidad para transportar ojivas nucleares como el Avangard ruso. Culturalmente ofreciendo reiteradamente ocio narcotizante como ideología dominante.

Aquí. Tomándonoslo a cachondeo y de paso añadiendo levadura negra a nuestra leyenda negra. No nos hacen falta enemigos, nosotros perfectamente nos valemos solos. ¿Buscar alianzas con los restos del naufragio de lo que fue Iberoamérica? ¿Para qué? Mejor cobijarnos en una  Europa en la que figuramos como comparsas. Mientras tanto en el núcleo duro y de poder de la nueva Unión Europea (sin el Reino Unido) trabajando por recuperar el llamado «Triángulo de Weimar»: Alemania, Francia y Polonia. Alianza en curso abierta sin el permiso de Rusia a la asociación con Ucrania, trampolín hacia Asia Central. Curioso detalle.

Evidencias del cambio climático. Algunas consecuencias…económicas y sociales

Fecha: 25 febrero, 2020 por: dariomartinez

¡Rico, rico!

Hablamos de la relación causal, del vínculo sinectivo, necesario, esencial y que responde a la terca realidad entre la bajada de PH de los océanos y sus consecuencias. La acidificación afecta directamente, y esto se explica en forma de ley impersonal, al debilitamiento de la salud de los organismos que para vivir necesitan para su defensa de un esqueleto en forma de concha o armazón constituido por CaCO3 (Carbonato cálcico); su merma les afecta directamente. La cadena trófica marina se resiente en su base, al alterarse una de sus partes las consecuencias llegan hasta los animales marinos de la parte superior de la pirámide. Todo el sistema se corrompe, deja de ser lo que ha de ser por mal funcionamiento, se vicia, se orienta hacia la extinción.

Además afecta a la respiración branquial de los peces, les hace más vulnerables, el intercambio de O2 será menos eficiente. El menor número de individuos de muchas de las especies marinas una consecuencia.

Ante esta situación la respuesta humana se hace urgente. Repercutirá en las cuotas, en los niveles de capturas por zonas: menos tiempo, menos toneladas. El productor, el armador, se enfrentará a mayores dificultades a la hora de mantener su negocio. Deberá seguir invirtiendo en capital variable, es decir en los sueldos de sus trabajadores, pero a menores ingresos por menor volumen de venta, sólo caben tres soluciones: despidos, congelación o bajada de sueldos. Intentará si es factible, si su capital ahorrado se lo permite, invertir en capital fijo, en tecnología. Mejores barcos, mejores técnicas de pesca, más eficacia, mengua del error, menos operarios. En fin, el número de armadores en la región irá menguando. Las condiciones exigidas desde la Unión Europea (UE), orientadas a amortiguar las consecuencias negativas que afectan a la fauna marina por la acidificación de los océanos y los mares, hará que el número de armadores y trabajadores del sector disminuya. Provocará también que intenten adaptarse a las nuevas condiciones de pesca, es decir acudir a nuevos caladeros, a nuevas capturas, a otros mares (v.g. Sahara Occidental).

La distribución se encarecerá. Si la pesca disminuye en las proximidades, el abastecimiento de pesca o capturas frescas se tornará imposible. Se incrementará la oferta de congelados y de productos marinos de cebadero (v.g. Lubina, Dorada). Disminuirá la calidad, se apreciará menos, se sustituirá por otros productos. La menor oferta no podrá satisfacer la demanda, el producto fresco se encarecerá. Será una contribución más, en sentido negativo, al lento proceso de despoblación, de deslocalización sita en zonas del primer mundo que no podrán competir por subsistir en un mercado global más competitivo, más exigente, con más potenciales consumidores, y menos recursos.

Los sectores sociales de los diferentes territorios más expuestos a las incertidumbres del mercado estarán en desventaja. Ajustar sus recursos a sus necesidades, pasarán por sustituir alimentos nutritivos y saludables, como el pescado, por otros más económicos. Se alterará su dieta y serán más vulnerables a enfermedades tales como: la diabetes, el colesterol y la obesidad mórbida.

Se alterará toda la cadena trófica humana, todo el recorrido que va desde el mar a la mesa.

Ahora bien, si desde el mar se presiona, si a la vez se presiona en forma de propuesta acelerada, urgente, hacia el menor uso de energía derivado de la quema de combustibles sólidos (Transición ecológica. Un intento por frenar las emisiones de CO2), si los “fondos verdes” prometidos son insuficientes, si las tarifas eléctricas para las industrias hiperelectrointensivas e intensivas son poco competitivas, entonces los cierres, el aumento del paro, el incremento silenciado de los suicidios, la marcha de los jóvenes mejor preparados, irá incrementándose, haciendo de muchas regiones de España, Asturias por ejemplo, zonas cada vez más expuestas y vulnerables. Se convertirán en una especie de plataforma de hielo que se irá derritiendo en forma de permanente proceso de despoblación.

De las ciencias demoscópicas

Fecha: 26 abril, 2019 por: dariomartinez

Están protagonizando la actual convocatoria electoral. Desde el CIS o Centro de Investigaciones Sociológicas hasta las empresas privadas al servicio de los medios de comunicación de mayor peso en nuestro país intentan acertar, prever, el resultado de las próximas elecciones generales del ya próximo 28 de abril.

Todos las entienden como ciencias. En esto el consenso es explícito. Otra cosa es el caso que se les haga. Cada uno tiene su propio punto de vista, de ahí el desacuerdo sobre su racionalidad, su fuerza en forma de influencia y su capacidad predictiva. El asunto es que no se intenta dar una respuesta filosófica, rigurosa, de segundo grado sobre el estatuto gnoseológico de dichas ciencias sociales, es decir su compromiso con la verdad y su potencial de ampliación de nuestro conocimiento. Desde este prisma reflexivo es evidente que cuando hablamos de su contenido empírico en sentido riguroso lo que estamos introduciendo no es otra cosa que un futurible, una posibilidad ajena a la racionalidad propia de la necesidad en forma de ley natural de ciencias como la física o la química, en ellas el grado de verdad alcanzado, vía hacer de los equipos de investigación, logra neutralizar sus voluntades, con otras palabras: las verdades de las ciencias naturales se constituyen en universales trascendiendo cualquier ámbito social y cultural particular. En cambio las regularidades de fondo del comportamiento humano asociado a una sociedad heterogénea y plural como la nuestra no responden a un patrón fijo que permita vincular el efecto, es decir el resultado electoral, con la causa o la intención de voto de cada uno de los ciudadanos españoles.

En el caso de las ciencias demoscópicas nos encontramos con una situación cuando menos problemática, principalmente por un motivo que no pueden ser soslayado, y es que tanto el investigador como el encuestado son sujetos operatorios con una voluntad que de ningún modo puede quedar neutralizada en aras a una objetividad exenta de valoraciones de calado ideológico, sentimental, económico o estético, y no puede porque su presencia puede ser rastreada en el contenido mismo de las preguntas como en el contenido aún más difuso de las respuestas, entre otras razones porque es difícil someter a una metodología precisa la posibilidad del entrevistado de mentir. Por tanto las valoraciones que hagamos sobre las ciencias demoscópicas han de ser necesariamente, prudentemente si queremos, más precisas y así hemos de entenderlas como más problemáticas, y esto porque los sujetos intervinientes son sujetos libres, con voluntad, los cuales pueden poner en marcha operaciones impredecibles que den lugar a resultados inciertos, más cuando su número es amplio y el resultado del conjunto pueda ser entendido, a toro pasado e incluso por sus participantes, como inesperado.

En fin, ciencias sí, pero también con una potente carga de incertidumbre. Esto las convierte en menos rigurosas, en más expuestas al error, a pesar de su metodología y de su irrenunciable proceso de matematización. Por cierto, menos mal que este fenómeno se produce en la esencia misma de estas ciencias porque de lo contario deberíamos decir que la sociedad sometida a las encuestas y con resultados predictivos precisos lo que nos están diciendo es que los individuos encuestados no mienten, y no lo hacen porque no pueden. Hablaríamos entonces de una sociedad homogénea y convergente, de una dictadura constituida por individuos sometidos a un régimen que se tiene por impecable.

Popper explicado a los niños

Fecha: 6 marzo, 2019 por: dariomartinez

Es conocido por todos por ser el padre del falsacionismo.  Popper argumenta que una teoría es realmente científica si es posible llevarla al tribunal de la experiencia para poder ser falsada. Que sea posible someterla a un test de falsación no quiere decir que sea falsa sino que es posible confirmarla, así en caso de que supere la prueba la teoría será provisionalmente verdadera. Su grado de verdad está en su potencialidad explicativa y en su coherencia interna. Por tanto, el proceso de falsación es el nuevo criterio de demarcación científica, sustituye al ya superado por inoperante verificacionismo positivista.

Hoy en el fútbol y con el video arbitraje (VAR) tenemos a nuestra disposición la posibilidad  de perfeccionar la propuesta del ilustre filósofo de la ciencia. Una jugada cualquiera y especialmente aquellas que acaban en gol, en penalti o falta grave (agresión), en cada caso bien por ser anulado o señalado por el árbitro o juez en directo del encuentro, ha de poder ser sometida a una prueba de falsación en caso de que el error sea ajeno a cualquier tipo de duda que abra la puerta a la interpretación arbitral. Esto es el VAR, una tecnología de recogida y repetición de diferentes imágenes del momento concreto señalado y discutido, que sirve para refutar una decisión en principio coherente y ajustada al reglamento cuando se somete al tribunal de la experiencia, es decir al visionado en diferido de la jugada por árbitros externos al terreno de juego. De este modo dicha jugada, digamos teoría científica en terminología de Popper, si supera la prueba, o en nuestro caso si los señores del VAR dicen que no es posible anularla dejarán que sea incluida en el devenir del encuentro, en caso contrario, será anulada, refutada definitivamente, y se eliminará del devenir del mismo (más allá del efecto psicológico o moral que produzca en sus protagonistas), luego, no será asumida como parte del la totalidad del partido haciendo que derive en otro encuentro. Siguiendo con la analogía, en el caso de la ciencia la teoría será rechaza y se intentará sustituir por otra mejor y más potente, y en el caso del fútbol se intentará cambiar por un arbitraje mejor, más justo y ajustado al reglamento, en definitiva más profesional y ausente de error.

Esto es de lo que se trata, de la eliminación de errores, especialmente humanos. Y esto no es otra cosa que un fútbol más profesional al intentar eliminar en la medida de nuestras posibilidades franjas de incertidumbre. Quizá suponga un menor contenido de emoción, pero hay demasiado dinero en juego para que esto sea aceptado por los dirigentes de los equipos más poderosos de nuestra liga. Como corolario tenemos que el fútbol se lleva públicamente al laboratorio.

Ética, ciencia y tecnología. Inicio ESO

Fecha: 10 febrero, 2018 por: dariomartinez

TEMA 5: Los valores éticos y su relación con la ciencia y la tecnología

I.- Introducción

La ciencia de la que hablaremos es la moderna, es la que se hace en los laboratorios. Es experimental, se acude a los hechos para confirmar la verdad de las hipótesis que propone a la hora de intentar solucionar un problema. Para asegurarse del éxito el experimento ha de repetirse y comprobar nuevamente que el resultado es el mismo. De la labor científica deriva la tecnología. Si la ciencia la hacen los científicos, la tecnología la fabrican los ingenieros. Inicialmente, allá por el siglo XIX y coincidiendo con la revolución industrial, esta nueva forma de hacer ciencia servía para mejorar los resultados económicos de las empresas y para investigar en armas que permitirián el poder político de las naciones: Inglaterra, Francia, Alemania, EE.UU., etc. Ahora se intenta también orientar al bienestar humano, de ahí que se pueda decir que con ellas se logra el tan ansiado progreso que se materializa en un mayor grado de felicidad: nos permiten evitar dolores innecesarios, acortan tiempos, eliminan distancias, facilitan el conocimiento, se universaliza un mayor contenido informativo, pueden alargar la vida, aumentar la producción, mejorar la distribución y venta de mercancías, mayores ofertas de ocio,  etc. Pero del otro lado está una exigencia de competitividad jamás concocida que genera miseria, desertización, migraciones masivas, contaminación, conflictos bélicos, cambio climático, etc.

Hagamos un ejercicio de reflexión (dos métodos: tecnológico y bibliográfico).

Comparemos, imaginémonos, a través de unos productos tecnológicos cotidianos la diferencia de la vida actual con la de hace 100 años. ¿De los objetos de la siguiente lista cuáles no existían hace un siglo?

Bicicleta                             Ordenador                  Radio

Teléfono móvil                   Televisión                   Telefono

Lavadora                            Bombilla                     Bolígrafo

Lápiz                                   Libros                        Tableta

Tren                                    Barco                          Avión de reacción

 

Una vez respondido, reflexiona y describe las diferencias más notables que crees que podía haber entre la vida de hoy y la de hace un siglo. ¿Cuál crees que es el elemento diferenciador?

2.- Las dos cara de la ciencia y la tecnología

Es obvio que los cambios que se han experiemnteado en el mundo han sido profundos y muy rápidos. Las ciencias y sus naplicaciones tecnológicas nos han aportado mejorías en nuestra calidad de vida, pero también presentan su lado oscuro, tienen sus consecuencias negaticvas. Las ciencias y las tecnologías no son neutrales, estan sujetas a valoraciones éticas, morales, jurídicas, económicas, políticas muy complicadas. Es decir debemos valorar su utilidad, su eficacia, pero también su impacto sobre la salud y el bienestar de las personas, así como sobre el medio ambiente.

Todo artefacto tecnológico instalado en lo cotidiano, todo equipamiento orientado al sumnistro energético, ha de pasar por el filtro de la reflexion a la hora de poder prudentemente y racionalemente saber sobre su idoneidad o no. Deberíamos por tanto preguntarnos siempre: 1.- ¿Es bueno, nos hace mejores personas?, 2.- ¿Es justo, a quién favorece, a una mayoría o a una minoría?, 3.- ¿Cuánto cuesta, supone un ahorro para todos o no?, 4.- ¿Quién lo decide, es ajeno “al tanto tengo tanto puedo”?, 5.- ¿Es respetusoso con el medio ambiente? , 6.- ¿Qué derechos de tercera generación cobran mayor protagonismo en la película? Sobre estas cuestiones reflexionaremos en el aula y el cuaderno entregado a cada uno de los alumnos,  para ello nos ayudaremos del visionado de la película Cenizas del cielo, con ella podremos comprobar que los efectos de la puesta en marcha de procesos tecnológicos orientados al suministro de energía no son tan buenos y neutrales como se cabría esperar, las tensiones sociales, los problemas de la gente no desaparecen por la llegada de la ciencia.

3.- Ventajas e inconvenientes de las tecnologías

Es obvio que con las ciencias muchos problemas se logran solucionar, pero es evidente también que el aumento de conocimiento y el aumento de bienestar social entendido como menos esfuerzo humano a la hora de realizar esfuerzos acarrea nuevos problemas, nuevas tensiones sociales. Por ello es necesario establecer límites y controles legales a la actividad científica, si bien estos van por detrás de sus avances y cada vez son más complejos, más díficiles dadas las nuevas posibilidades reales que se están abriendo. Con todo, y por convección, debemos fijar como límites aquellos que garanticen los derechos humanos, la dignidad de la persona y valores éticos como: libertad, igualdad, justicia y paz, en definitiva que garanticen la vida de uno mismo (firmeza ética de Espinosa) y a la vez promuevan la generosidad  o lo mejor para el desarrollo personal de los demás individuos entendidos todos ellos como sujetos de derecho (generosidad según la ética de Espinosa). Por tanto se ha de procurar legislar de tal modo que se vele por los derechos individuales recogidos en los DD.HH y este mecanismo de derecho garantice que esto se cumpla en un mayor número posible de personas.

Tras lo visto. Realiza las siguientes tareas.

Lee detenidamente el siguiente listado de innovaciones, algunas son reales, otras no. Procede a clasificarlas según creas que son moralmente buenas o malas, justifica en cada caso la respuesta:

a)      El trasplante de órganos

 

b)      Los vientres de alquiler

 

c)      El trasplante de cerebro

 

d)     Una máquina que sabe si dices la verdad

 

e)       Una máquina, un robot, que sustituye a personas en el trabajo

 

f)       Uso de embriones para poder manipularlos con el fin de elegir por parte de los padres el sexo o la inteligencia de los futuros hijos.

 

·         Recuerda, muchos de los caso expuestos no son ni tan siquiera éticos, son bioéticos y la bioética se entiende como gestión humana de la vida humana desde el inicio hasta el final, bien sea con el objetivo de promocionar la vida: fecundación in vitro, o con el objetivo de eliminarla: aborto o eutanasia.

Resumiendo:

1) ¿Qué diferencia hay entre ciencia y tecnología?

2) ¿Cuándo surgió, a qué momento histórico corresponde?

3) ¿A qué aspectos de nuestra vida afectan los cambios técnicos y científicos? Puedes acudir al caso del Spinner

4) ¿Qué criterios debemos seguir para saber si una tecnología es buena o es mala? Piensa nuevamente en el popular Spinner

 

El nuevo juguete de los jóvenes españoles, año 2017. Tan efímero que hoy ya es pasado, y por supuesto ridículo, año 2018.

Listado de derechos humanos de tercera generación

Los derechos humanos de tercera generación son una actualización de la Carta de 1948. Están motivados por una serie de preocupaciones globales propias de finales del siglo XX y principios del XXI, como el deterioro del medioambiente y sus efectos negativos en la calidad de vida de las personas.

Estos derechos han sido incorporados progresivamente en una lista tras numerosas cumbres y encuentros mundiales. Los enumeraremos y estos son:

1.- Derecho al desarrollo sostenido.

2.- Derecho a la autodeterminación de los pueblos.

3.- Derecho a la paz.

4.- Derecho a la protección de los datos personales.

5.- Derecho al patrimonio común de la humanidad.

6.- Derecho a gozar de un medioambiente sano y no degradado. Todas las personas tienen derecho a disfrutar de ambientes sanos, limpios y sostenibles, a respirar aire puro, a disponer de agua limpia y alimentos no contaminados, no se recoge en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En 1948, cuando se aprobó, la sensibilidad medioambiental era prácticamente inexistente, por lo que no es extraño que no se planteara entonces la necesidad de incluir de forma explícita.

Es obvio que el deterioro del medio ambiente no favorece ni el progreso social ni contribuye a elevar el nivel de vida de la humanidad, al contrario. Algunas catástrofes acaecidas desde entonces y la incidencia sobre el medio ambiente de la forma de vida insostenible de los países más desarrollados (a los que el resto se quieren equiparar) hacen todavía más evidente la necesidad de los derechos (y deberes) relacionados con el medio ambiente. El accidente de la central nuclear de Chernobil en 1986, los constantes vertidos de petróleo a los océanos, el trasiego de residuos tóxicos hacia Tercer Mundo, la deforestación de las selvas tropicales, la desertización de amplias zonas de la tierra, el agujero de la capa de ozono, las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera, las lluvias ácidas, el deshielo de los glaciares…

La lista de los derechos humanos de tercera generación no es absoluta, sino todo lo contrario: está en permanente transformación. Y así se han incorporado actualmente:

7.- Los derechos relacionados con los avances que se han producido en ingeniería genética.

http://www.amnistiacatalunya.org/edu/es/historia/dh-futuros.html

 

4.- ¿Dueños o esclavos de las tecnologías?

Nos decía Ortega y Gasset que “la tecnología es el esfuerzo humano para no hacer esfuerzos”. Bien mirado el poder que encierran las tecnolgías desde este enfoque es enorme, puede atrapanos en el instante, en la inmediatez de tal manera que renunciemos inconscientemente al esfuerzo que requieren muchos de los conocimientos que puden sernos útiles para afrontar los retos de la vida. De este modo observamos como muchas personas depositan de forma perversa y adictiva todo lo que ella es en las nuevas teconologías. Dicha patología las convierte en esclavas, en individuos que se ven dominados hasta tal punto que inician un trayecto de despersonalización, de desconexión con la sociedad, imparable.

¿Cómo se llega a la adicción a las nuevas tecnolgías? La mayoría de los usuarios de las nuevas tecnologías las empelan con normalidad. Hablamos de tecnologías como los ordenadores, las tabletas, los móviles, etc. Con todo podemos destacar algunos factores de riesgo:

a)    Un ambiente familiar poco adecuado.

b)    La falta de comunicación con los más allegados, faniliares y amigos. Aislamiento social o no participación en los proyectos sociales en marcha.

c)    Baja autoestima, inseguridad, especialmente en la adolescencia. En ocasiones también por falta de reconocimiento, fruto de la inercia: “voy a mi bola”.

d)    Falta de habilidades sociales y problemas para enfrentarse a los problemas.

Lee el siguinte artículo extraído de la prensa y contesta:

Menores enganchados.

ALFONSO TORICES |  MADRID.12/05/ 2017. El comercio

 

“Los máximos responsables de Proyecto Hombre se unieron ayer a los muchos expertos y organizaciones que han comenzado a dar la voz de alerta ante el enorme crecimiento de los casos de menores enganchados a internet. El número de afectados, aclararon, todavía es bajo, pero lo preocupante es el vertiginoso ritmo de crecimiento. Tal es la magnitud del fenómeno que esta organización, que ayuda cada año a rehabilitarse a 17.000 drogodependientes, decidió dedicar esta semana sus jornadas anuales sobre adicciones de forma monográfica al problema de los chicos atrapados por la red.

Los casos de menores que acuden a Proyecto Hombre en busca de ayuda por su adicción a internet, de entre 13 y 24 años, se han multiplicado casi por veinte en solo tres años. En 2013 se trataba de un tipo de demanda anecdótica, con solo tres atenciones. En 2016 sus especialistas ayudaron a 51 jóvenes con serios transtornos por pasar hasta 12 horas diarias colgados del móvil, la tablet o el ordenador. Los cuatro años ya suman 128 atenciones, en constante aumento, que han pasado de la nada a ser el 2,8% de casos que atienden en sus 27 centros repartidos por todo el país.

El perfil de los afectados es el de un chico de entre 16 y 17 años, en el 80% de los casos todavía estudiante, la mayoría (el 65%) sin otras adicciones a drogas, que acude a Proyecto Hombre empujado por su familia, que ha detectado en él serias alteraciones del comportamiento (baja autoestima, aislamiento social y agresividad) que han generado conflictos familiares, rupturas de relaciones y fracaso escolar. Solo el 7% llegó por propia iniciativa y el 73% de los demandantes de ayuda fueron varones.

Se trata de chicos, según los estudios monográficos hechos por Proyecto Hombre entre escolares de Cádiz y Valladolid, que han crecido con un ‘smartphone’ con conexión a internet en la mano -el 74% lo tiene entre los 10 y los 14 años y el 20% incluso antes de los 10-, que de forma muy extendida los utilizan cinco o más horas al día, y que en un alto porcentaje son poco conscientes del riesgo del abuso de estas tecnologías”.

 

1.- ¿Qué problema padecen los jóvenes que van al Proyecto Hombre?

2.- ¿Son ellos los que voluntariamente acuden a dicha asociación o no? ¿Por qué?

3.- ¿En un futuro próximo este fenómeno irá a más o a menos? ¿Sabrías decir por qué?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El caso de Luigi di Bella

Fecha: 7 febrero, 2018 por: dariomartinez

ALCANCE RACIONAL DE LA PARTICIPACIÓN SOCIAL EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA CIENCIA Y EN LA APLICACIÓN DE LA TECNOLOGÍA: EL CASO DE LUIGI DI BELLA

1.- MARCO DE LA POLÉMICA

La polémica sobre la que desarrollaremos nuestro artículo es extremadamente compleja. No hay cabida para fáciles respuestas e incluso algunas tímidas aproximaciones al esclarecimiento del asunto no serán ni mucho menos concluyentes. Así presentada la problemática sólo podemos estar convencidos de una cosa: el terreno resbaladizo sobre el que discurrirá nuestro trabajo sólo nos permite estar atentos, ser precavidos y poner a prueba la elogiosa virtud de la prudencia, en ocasiones tan denostada en los ambientes políticos, y desconfiar de señalizaciones a modo de afirmaciones definitivas, claras, distintas e indubitables que nos parezcan conducir a una resolución definitiva de la aporía que a continuación trataremos. Pero no todo son vicisitudes farragosas que sólo logran activar nuestro escepticismo más pasivo; nuestro discurrir lento puede verse notablemente favorecido con la introducción de un marco o contexto general que de algún modo comience a dar sentido a la labor que tenemos entre manos. Pero, ¿cuál es esa polémica que ha atraído y centrado nuestro interés reflexivo? En líneas generales y sólo atendiendo en principio a los contenidos más groseros de la labor dilucidadora que emprendemos cabría destacar: un investigador médico italiano, y más concretamente de Módena ( aproximadamente a 100 kms de Milán, centro productivo del país mediterráneo y quizá también político; debemos subrayar con esta precisión geográfica que en Italia en el orden más próximo a lo mundano, al día a día, no es lo mismo ser del norte “rico, trabajador y responsable” que del sur “mafioso, subvencionado e irresponsable”. A dichos estereotipos se recurre con muchísima frecuencia con el objetivo de resolver satisfactoriamente muchas cuestiones que en principio pueden resultar cuando menos confusas, la búsqueda de soluciones urgentes se satisface en la mayoría de las ocasiones acudiendo a automatismos estereotipados y asimilados por muchos italianos irreflexivamente), dice haber descubierto una auténtica, eficaz y revolucionaria cura contra el cáncer. Esta nueva esperanza de cura (desgraciadamente la enésima que se produce, si bien la novedad estriba en que viene confeccionada desde la prestigiosa esfera del mundo académico) cuenta con el escepticismo del gobierno marcado por el rigor que le brindan amplios sectores del mundo de la ciencia y de la administración médica y con el entusiasmo beneplácito de los enfermos, obviamente los principales afectados, parte de la clase política italiana, en este caso la oposición de centro derecha y derecha razón por la cual se hablará de ésta aún no ratificada cura como “cura de derechas” frente a la “cura de izquierdas” o la que tradicionalmente todos conocemos como quimioterapia, con el apoyo incondicional de sectores importantes de la ciencia y la administración (observemos que este gremio se encuentra dividido), la prensa casi en su conjunto salvo alguna rara excepción que manifiesta su disconformidad a titulo individual y en clara disensión con las líneas marcadas y hechas públicas en cada uno de sus editoriales, y sobre todo con el apoyo inicial de la magistratura; aunque sólo sea por el número de protagonistas ya se puede apreciar que la polémica está servida, entre otras razones porque una cuestión en principio científica rebasa notoriamente su estrecho marco categorial, o si queremos gnoseológico, y se amplia al terreno de la ética, de la moral, de la política e incluso del derecho.

Comencemos como hemos prometido por establecer puntos de referencia precisos. Se ha constituido casi en una frase hecha que puede introducirse en todas las políticas de los países comunitarios el manifestar: “la situación política es francamente difícil”, pero tal vez el caso de Italia en los años finales de la última década del siglo pasado y del entorno de los quince países miembros por aquel entonces de la Comunidad Europea sea uno de los que más se ajusta a la realidad. A esto contribuyen eficazmente circunstancias estrechamente ligadas: el problema de la mafia y la brutal división (en parte derivada de la primera) entre el poder político y el poder judicial. Y para mostrar e incluso demostrar que no es una afirmación gratuita sólo basta recordar que la valiente y decidida intervención de la justicia en la asfixiante y habitual corrupción política acabó bruscamente y como consecuencia de un atentado perfectamente diseñado con la vida del máximo responsable, el juez Falcone, e hizo caer al gobierno de Andreotti (más tarde tendría que sentarse en el banquillo de los acusados por su presunta pertenencia a la mafia), finalizar con la I República instaurando la II y posteriormente provocó el adelanto de elecciones y la pérdida en las mismas del que había sido hasta entonces el ejecutivo encabezado por el primer ministro Silvio Berlusconi. Presentada así la atmósfera política y judicial en Italia es lógico extraer como primera apreciación que cualquier decisión de la judicatura que alcance el grado máximo de interés nacional sirva como dispositivo catártico para el aumento de una tensión ya existente pero que se incrementa hasta hacerse pública a través de las pantallas de televisión.

No puede por tanto sorprendernos que la polémica salte a las primeras páginas de la prensa italiana cuando la terapia del médico de Módena, el profesor Luigi Di Bella, llega a la justicia de este país con la intención de que ésta dé el visto bueno legal a la puesta en práctica de la que se autopresenta como eficaz cura contra el cáncer. La práctica médica y de investigación abandona los recintos propios de su actuación, los laboratorios o los centros hospitalarios adecuados a tal efecto y se interna por los difíciles vericuetos del derecho. El primer paso de su largo discurrir le va a ser francamente favorable, el poder que emana del derecho positivo otorga autorización legal para emprender todas las pruebas pertinentes que el equipo de investigación considere oportunas; la reacción del gobierno de D`Alema y líder de la formación socialdemócrata Olivo es la de acatar la decisión si bien no comparte tal resolución. No entraremos a analizar las causas de esta decisión de la magistratura, muchas de las cuales sin duda se nos escapan, ni tampoco examinaremos el cómo es que ha llegado hasta estas alturas la polémica que sólo acudiendo a la justicia, al derecho, tras haber superado los niveles éticos y morales del inicial conflicto, a petición de un recurso presentado por una asesorada asociación de enfermos de cáncer, se puede desbloquear la labor investigadora del equipo encabezado por Luigi Di Bella.

La división que más arriba mencionábamos no es exclusiva y etiqueta ajustada sólo para la relación entre los poderes judicial y político o ejecutivo. También se da y de forma preocupante dentro de la administración médica y además, y esto se hace ostensible a través de la prensa en sus niveles más divulgativos. No solamente la opinión sino también el modo de actuación de los directores de las diferentes administraciones regionales del estado italiano a la hora de afrontar el problema son todo menos homogéneos. Los cargos médico-administrativos son el resultado de una selección en la que la proximidad político a aquellos que evalúan el perfil más adecuado para las funciones que se han de desempeñar es obvia, hoy estamos familiarizados con este fenómeno que eufemísticamente se nos muestra a diario con el sobrenombre de “cargo de confianza”. Es manifiesto, pues, que sobre estos cargos recaiga la justificada sospecha de que su actuación viene dirigida desde las altas esferas políticas abarrotadas de demiurgos cuyos proyectos aparecen ante el gran público diluidos y conformados por intenciones muchas veces ajenas a criterios racionales pero que se hallan en clara connivencia con otros más afines a las ideologías de los partidos que manejan las riendas del poder en las democracias actuales. Todo ello incide notablemente en el hecho de que diferentes personas ante casos semejantes tomen decisiones totalmente dispares convirtiendo lo que en un principio parecía un problema al alcance de una posible y satisfactoria resolución en una aporía irresoluble dado que los criterios argumentativos esgrimidos emanan de fuentes políticas o judiciales entre sí abiertamente enfrentadas como más arriba relatábamos. Sería, por tanto, importante subrayar el hecho de que en este asunto mucho depende de la carga ideológica de la observación (siguiendo en alguna medida el argumento de Hanson: Patrones de descubrimiento(1958) en el asunto vinculado con la verdad de la ciencia y su crítica a la objetividad en la observación de los hechos que desde las filas positivistas se elevan al nivel de definitivos, concluyentes, e incluso se reconoce la experiencia observacional como indubitable criterio de demarcación entre lo que es ciencia y no es ciencia, entre el verdadero y único conocimiento y el no conocimiento o simplemente pseudosaber) con que se analice el problema.

2.- LA CIENCIA MÉDICA EN EL SENO DE LO MUNDANO

Con esta aproximación al asunto ya podemos extraer algunas consecuencias, y eso que estamos en el inicio de la contienda, la ciencia, en este caso la médica, y la práctica (en infinidad de ocasiones netamente tecnológica) por ella diseñada tiene sin lugar a dudas implicaciones políticas, de hecho el parlamento italiano se encuentra divido, judiciales, que valoran el problema y obligan a agentes externos a la investigación a no obstaculizar su tarea, económicas, que más adelante analizaremos, y sociales, baste señalar el interés mostrado por la ciudadanía italiana en su conjunto, desmitificándose de alguna manera la imagen de la ciencia y su praxis como actividades propias de un marco de construcción ajeno a los asuntos mundanos dominados por la opinión y la confusión lo que automáticamente las convertía en actividades consagradas a ocupar un lugar privilegiado en el selecto ámbito de la objetividad, neutralidad y trascendentalidad propias del mundo académico reivindicado por muchos filósofos de la ciencia o por los propios protagonistas de la actividad científica; su aparente neutralidad, su vindicada trascendentalidad, se desmorona ante el conjunto de acontecimientos que las van empujando a los bajos fondos de lo mundano donde se verán sometidos a las leyes propias de la supervivencia; en este eje pragmático y más concretamente dialógico, siguiendo los criterios de la Teoría del Cierre Categorial de Gustavo Bueno, la ciencia cederá el testigo de la verdad en favor de los intereses más variados de los grupos de poder del conjunto de la sociedad (T. S. Kuhn en su famoso opúsculo La estructura de las revoluciones científicas trata esta peculiaridad científica si bien obvia los ejes sintácticos u operatorios entre signos y semánticos u operatorios entre signos y cosas capaces de alcanzar verdades esenciales en forma de cristalizaciones teóricas articuladas por leyes necesarias de la lógica, emanadas de referencias y fenómenos del mundo real en los que el sujeto gnoseológico queda neutralizado y con las que es capaz en su campo bien delimitado de actuación de reorganizar y resolver problemas reales que o bien no eran tenidos en cuenta o bien resultaban absolutamente irresolubles al nivel del conocimiento cotidiano). De este modo el contenido de la ciencia se verá fragmentado e infectado por colectivos organizados en torno a unos intereses muy concretos, ideológicos por tanto, que desvirtuarán y harán dudar de la verdad contenida en la racionalidad científica, dicho escepticismo acarreará una generalizada sospecha sobre sus resultados y provocará un descenso en su grado de credibilidad; el resultado no será otro que la aceptación generalizada de la existencia de un relativismo radical capaz de equiparar los resultados y las construcciones científicas con los resultados y construcciones mágicas o religiosas, el principio de respeto mutuo, el curso paralelo entre los diferentes tipos de saberes o pseudosaberes, el traslado de las cuestiones que resulten problemáticas de un plano gnoseológico y lógico consecuente con la verdad a un plano psicológico más afín con la tolerancia del respeto absoluto e incuestionable en sus fundamentos en el que todo tiene su sentido, su validez, o más radicalmente, y en el que siguiendo a P. K. Feyerabend, “todo vale”, derivará en una mayor grado de confusión provocando entre los interesados elecciones gobernadas por la intuición, la pasión, los sentimientos, más que por la coherencia o la racionalidad necesariamente vinculada con la verdad. En consecuencia, las ciencias de puras nada, y las médicas en un sistema de salud público, universal y gratuito en donde el paciente además de ser un enfermo que necesita ayuda es un cliente que puede como consumidor exigir sus derechos menos.

3.- TRATAMIENTO PERIODÍSTICO DE LA POLÉMICA CIENTÍFICA

En el seno de esta encrucijada de puntos de vista merece una especial atención el papel que juega la prensa. Ahora bien, antes de entrar a fondo en el contenido que nos permita sacar a la luz el protagonismo que los medios de comunicación tienen en esta polémica, debemos introducir alguna indicación puramente cuantitativa de la documentación de la que nos hemos servido para sacar adelante tal labor; nos hemos ayudado de recortes de prensa de un diario de tirada nacional italiano como La Stampa y en concreto los correspondientes al periodo que transcurre entre los días 5 de Enero de 1998 y 20 del mismo mes, resultando que coincidió con el epicentro de la tormenta médica y oncológica; en el conjunto de este espacio de tiempo de 16 días fue titular en 13 ocasiones, en uno de los 3 días restantes en los que no lo fue el interés periodístico se decantó por atender otras obligaciones y demandas de los lectores, concretamente la celebración del sorteo de la Lotería Nacional correspondiente al 6 de Enero con lo que la noticia se trasladó a la necesidad de informar a la sociedad italiana de los números premiados y mostrar el nuevo estado de ánimo y bienestar de los pocos que habían sido agraciados con la azarosa fortuna, los dos últimos días, o sea: días 19 y 20 del mes de Enero, dejaba de ser noticia de portada pasando exclusivamente a las páginas centrales; después de este breve periodo de 16 días paulatinamente perdería todo el interés de los asiduos lectores apareciendo como noticia de forma esporádica. No es un abuso de la razón si afirmamos que en todo este embrollo periodístico subyace una estrategia de la prensa muy concreta: la obtención de sus vitales beneficios económicos. En pocas palabras: el círculo, el gremio, periodístico es perfectamente consciente de que la atención de sus fieles lectores, atención que se materializa en el gesto diario, matinal, de la compra del periódico, puede mantenerse con este tipo de noticia sobre la práctica médica en la lucha contra el cáncer a lo sumo 15 días, a partir de ahí la falta de novedades, las disquisiciones puramente técnicas, rigurosas, las poco claras disquisiciones éticas y morales, que en su conjunto requieren un esfuerzo de comprensión difícil de asumir por muchos de los lectores, conducen a un incremento generalizado del desinterés lo que automáticamente provoca el paso a un segundo plano de la noticia que hasta entonces había despertado la curiosidad del consumidor de la información recogida en la prensa. No obstante, quedan en el aire unas interrogantes importantísimas y que tendremos al menos que abordar en este artículo: ¿la prensa cuando trata con asuntos relacionados con la ciencia médica y su práctica qué transmite realmente a sus lectores?, ¿cómo lo transmite?. Tomaremos como referencia dilucidadora del problema que planteamos el trabajo de Dorothy Nelkin que viene recogido en su libro La ciencia en el escaparate.

En el discurrir mismo de la contienda se puede observar una especie de doble vara de medir y valorar la actividad científica. Por un lado nos encontramos con una crítica sin paliativos hacia la disciplina científica en ejercicio fundamentada en muchas ocasiones en estereotipos y opiniones infundadas que ganan eficacia persuasiva en el orden más abstracto, diríamos mítico, de la ciencia. Pero siendo aún más precisos, la idea mito de ciencia, en singular como si todas las disciplinas o ramas científicas con sus consustanciales especializaciones fuesen idénticas, que aquí se pone sobre la mesa no es otra que la oficial, la institucionalizada, la que está en marcha en nuestro presente y que es heredera directa de una gran tradición disciplinar que se inicia en Grecia y se consolida como autónoma y objetivamente rigurosa tras la revolución industrial de los pasados siglos XVIII y XIX; esta ciencia es la que se desarrolla por especialistas acreditados en los laboratorios, es la que se consolida como verdadero conocimiento público con derecho a ocupar su lugar privilegiado en los ámbitos públicos del saber cotidiano, del saber de las aulas de nuestros sistemas educativos, es la ciencia que se populariza a través de las nuevas tecnologías y que forma ya parte de nuestra forma de entender el mundo. No es, pues, fútil detenerse a analizar las causas concretas del escepticismo que despierta su ejercicio estrictamente académico. Es obvio que ante una situación tan desesperada como es la derivada del padecimiento de la enfermedad del cáncer, en todas y cada una de las modalidades en la que se manifiesta, la esperanza entre quienes la padecen, el conatus o perseveración en el ser como diría Espinosa, aflora automáticamente y con aires renovados al ser informados, independientemente del rigor de dicha información si bien adquiere un elevado grado de confianza al comprobar que detrás de lo dicho está un representante de la ciencia médica, de que hay una cura real, definitiva y probada para acabar con sus padecimientos. Esta voluntad, repetimos, directamente orientada a la lucha por la vida es empleada por casi la totalidad de periodistas como fundamento o eje articulador de su discurso informativo, son sus firmes convicciones humanitarias en defensa de los más débiles, de los que padecen esta terrible enfermedad, de las que no dudamos que estén llenas de buenas intenciones, las que vertebran en última instancia los juicios de valor esgrimidos por escrito en los diarios; no sólo se informa asépticamente del asunto, sino que también se valora, se enjuicia. En muchos casos esta toma de postura a favor de aquellos que sufren les hace caer en sensacionalismos y en el uso desmesurado de metáforas cuya capacidad de atracción es inversa a su capacidad de recogida objetiva de la problemática planteada. Por otro lado, y en sintonía con lo que venimos diciendo, presentan una imagen, la otra cara de la moneda, de una ciencia capaz de adueñarse del presente, dar una respuesta definitiva a la cura del cáncer y diseñar un futuro de bienestar para muchos posibles enfermos, aún no real ni comprobada en cuya esencialidad se halla un proyecto que tan sólo necesita del impulso administrativo para presentarse como auténticamente eficaz. Esta nueva ciencia revolucionaria tan sólo necesita cristalizar, ser oficialmente reconocida y puesta en marcha salvando un último obstáculo: el protagonizado por los adalides de la administración médica erigidos en defensores de lo que T.S. Kuhn nos dio a conocer como paradigma de la ciencia normal, con sus creencias, métodos, conceptos y valores compartidos; no son pues los hechos o los resultados obtenidos con los pacientes los que importan sino las percepciones y convicciones de lo que es la verdadera práctica de investigación oncológica de la comunidad médica y su estatus lo que más interesa. Para avalar todo lo expuesto nos valdremos de algunas de las frases que hemos podido seleccionar del diario La Stampa durante el periodo central del desencuentro entre ambas comunidades científicas en defensa de sus paradigmas contrapuestos y en lucha abierta por hacerse con un hueco estable en el interior de la administración y academia médica. En referencia al uso de metáforas: “La peregrinación del dolor”, “Los secretos de una palabra mágica: Somatostadina” (componente esencial en el desarrollo de la terapia de cura contra el cáncer y que debido a su elevado coste ha desatado tensiones y graves desencuentros entre la industria farmacéutica, apoyada por el CUF o Comisión de expertos que tiene la obligación de evaluar los resultados de la experimentación que está en marcha y el propio gobierno, y los pacientes y conjunto de profesionales que se han adherido al nuevo método de cura del profesor Di Bella), “La victoria del profesor héroe”, el Sr. Madano, juez que dará vía libre a la terapia del médico modenese viene definido en términos russelianos por medio de una clarificadora y elocuente descripción definida. “el amigo de Di Bella”. Y en la misma línea de captación del interés del potencial lector de la noticia y volcando el epicentro de la información en la nueva ciencia, en el nuevo paradigma científico que se encuentra aún falto de adhesiones firmes por parte del gremio de la comunidad médica, se puede leer: “la vía libre a la experimentación garantiza la esperanza de quien sufre” (esta frase hace suponer que hasta la fecha quien se sometía a otro tipo de terapia, a otro método de cura como es el caso de la quimioterapia, no sólo no sufre sino que además se enfrenta a un final de la vida inexorable y ausente racionalmente de cualquier esperanza con lo que el paciente se ve envuelto en una actitud de apatía que puede en el límite resultar perjudicial para su posible recuperación), y más contundente en su airada defensa con la propuesta de Di Bella y por lo tanto más beligerante con las autoridades médicas más escépticas y el gobierno personificado en este asunto por la Ministra Rosy Bindi, uno de los profesionales de la prensa escrita, desde posiciones netamente postmodernas próximas al delirio filosófico sobre la ciencia de P.K. Feyerabend donde las prácticas científicas más rigurosas con la verdad, la experimentación y el método, se equiparan con las prácticas mágicas más descaradamente caprichosas y sujetas a la voluntad del chamán de turno, afirma, tal vez desconociendo la obra del anarquista epistemológico más famoso del siglo XX:

“Aquí no se trata de salvar las reglas, la academia, el orden médico, la ciencia oficial. Se trata de probar si existe una nueva posibilidad de lucha contra una enfermedad mortal (…) A los enfermos les importa sólo saber si hay una esperanza. Que las reglas sean salvadas, no importa a nadie”.

El mensaje periodístico no se detiene aquí a la hora de valorar superficialmente lo que es la ciencia en general y la médica en particular, también se adentra en el perfil humano del investigador siguiendo la estela de las visiones heredadas y dominantes que se han ido fraguando en nuestra cultura a lo largo de más de tres siglos y que automáticamente todos identificamos con los nombres propios más relevantes de la historia de la ciencia: Galileo, Newton, Darwin, Einstein, etc. Tras tensas negociaciones y declaraciones salpicadas de polémica el punto de inflexión del turbio asunto se alcanza, el gobierno en boca de su Ministra de Sanidad y asesorada por expertos, aunque también evidencia la presión ejercida por la ciudadanía italiana en general y más activamente por los enfermos y sus familiares cuya voz tomaba cada vez más fuerza a través de los medios de comunicación afines a sus peticiones, decide dar vía libre a la experimentación del método Di Bella aceptando incluso varias de sus sugerencias encaminadas a despejar todo atisbo de duda sobre la nueva práctica curativa de los enfermos de cáncer. Pues bien, tras el ya citado titular: “La victoria del profesor héroe”, leemos como subtítulo: “Ninguna emoción y sólo dos cafés azucarados”. En líneas generales el mensaje es nítido: nos hallamos ante un científico natural calculador, frío, riguroso con su trabajo y comprometido con la objetividad propia de la verdad que persigue, seguro de sí mismo, serio y ajeno a intereses opuestos a la investigación, profesional en el sentido estricto de la palabra, honesto, sencillo, próximo con sus pacientes y sin mácula de soberbia, pero como el resto de seres humanos se muestra débil en la defensa de su voluntad inquebrantable y se somete dócilmente a pequeños hábitos placenteros como pueda ser el del consumo diario de dosis elevadas de café y además azucaradas con el riesgo que ello conlleva para su salud (¡si tuviera madre!). Se nos muestra, por tanto, a un profesional de la investigación médica que a su vez es un ser humano como los demás. En el médico modenese se fusionan en una misma persona las dos culturas científicas de las que nos hablaba Snow. Ésta hipóstasis casi divinizadora acontecida periodísticamente en la persona de Di Bella supera la infranqueable barrera de la que Snow nos hablaba en su famosa conferencia de 1959, es un científico que estudia la naturaleza última del origen y desarrollo de los tumores malignos humanos, pero además es un hombre de ciencia que reconoce que su labor requiere una especial atención con cada uno de sus pacientes a la vez sujetos de investigación, que duda cabe que su afabilidad, su cercanía a los demás es un punto a su favor. A todo ello se añade si cabe, y en modo alguno creemos que sea fatua esta precisión, su aspecto físico: baja estatura, gafas con cristales y molduras gruesas que muestran una despreocupación absoluta por las modas del momento, bata blanca acorde con su condición de científico que debe trabajar en el laboratorio, cabeza ligeramente inclinada hacia delante, rasgo que provoca en el lector o telespectador una automática empatía por su aparente debilidad, edad avanzada, y sobre todo cabellos largos, despeinados e intensamente encanecidos; en su conjunto es evidente que el aspecto físico descrito asemeja ostensiblemente con el del hombre de ciencia, genial y solitario, que todos nosotros en el transcurso de nuestro proceso de formación científica en la escuela hemos recibido a través de innumerables imágenes de texto o a través de escenas de películas en las que en mayor o menor medida se intenta divulgar el mensaje de la ciencia.

El enloquecido proceso de confusión generado por la excesiva información recibida por los lectores, o telespectadores, no se puede atribuir en exclusiva a los medios de información y sus técnicas para contar noticias. La perplejidad en el seno de la propia comunidad científica es palpable y su mensaje más que tranquilizador es cuando menos oscuro e incluso misterioso. El espectador percibe que se van transmitiendo medias verdades, dejándose entrever por parte del gremio de la medicina próximo al profesor modenese que lo realmente interesante está por llegar. Esa esperanza en la ciencia médica que todos ansían que llegue, en especial no olvidemos los enfermos terminales y sus familiares, está muy próxima; algo maravilloso, salvífico, escatológico, sólo vislumbrado y ratificado por mentes privilegiadas e intuido por el resto de los mortales está a las puertas de convertirse en una realidad capaz de ser puesta en práctica con aquellos enfermos de cáncer que se ven ya casi vencidos por la terrible enfermedad que padecen.

Tras lo expuesto es urgente esclarecer que gran parte de la información ofrecida en el fondo no tiene casi nada que ver con la práctica científica empeñada en la urdimbre de teorías y resultados volcados con la verdad. El interés gravita en torno a la captación del mayor número posible de lectores quienes en última instancia son los que pagan y sostienen el periódico, son las reglas del sistema de producción capitalista que encuentran su perfecto acomodo en un régimen político democrático. Como acertadamente Dorothy Nelkin recoge en su libro, a todo ello contribuye las limitaciones propias de los profesionales de la prensa científica:

“La mayor parte de los periodistas (científicos) que trabajan para la prensa diaria están presionados por la competencia, los lazos, los presupuestos y la necesidad de informar de temas complejos dentro de un espacio y un tiempo limitados. Tienen que atrapar la atención de los lectores, y deben enfocar su artículo de modo que sea interesante como noticia. Estas limitaciones, tanto como la cultura del periodista, contribuyen a definir el carácter de la información científica contemporánea” (1990, p. 110).

4.- SOBRE EL NUEVO MÉTODO

Tras una primera zambullida en la marejada de la polémica que nos ha permitido delimitar las líneas maestras sobre las cuales se asienta nos parece apropiado centrar la exposición sobre un tema de sumo interés: la especial naturaleza del método del profesor Di Bella en el tratamiento para la cura de la enfermedad del cáncer. Asumiendo ya de antemano las limitaciones lógicos impuestas como consecuencia de nuestra apuesta por recabar nuestra información de la prensa escrita, concretamente del diario La Stampa, nos aventuramos a intentar aclarar la naturaleza de su propuesta de cura. Espontáneamente y desde las mismas filas de los informadores de la prensa científica se califica a la nueva propuesta como “filosofía del método”; es una expresión de uso cada vez más frecuente, pero el concepto de “filosofía” así utilizado pone de manifiesto que la cuestión a debate encierra un sin fin de variables no del todo identificadas, o si queremos aclaradas, y en su primer intento de entretejimiento racional traspasa las barreras propias del ámbito científico y se inserta necesariamente en el discurrir de prácticas cotidianas, no por ello menos problemáticas, como puedan ser, y nuevamente lo volvemos a recordar, las de la ética, las de la moral, las de la política, las de la economía e incluso las del derecho positivo. Por ello la cuestión aparece tratada confusamente desde el orden de la opinión, se reconoce la envergadura del problema pero no se sistematiza discursiva y dialécticamente, no se resuelve, como diría el mismo esclavo liberado del mundo ininteligible de la caverna de Platón, en el orden de las Ideas, en el orden de la filosofía académica. Así podemos leer:

“La filosofía de su método: el principio de la quimioterapia es destruir las células tumorales, llegando no obstante a destruir aquellas que también son normales. Yo en cambio promuevo una condición de vida imposible a las células tumorales”. Y continuamos leyendo: “Convivir con el tumor, no recurriendo a terapias tóxicas, pudiendo hacer una vida normal: ésta es la promesa”.

Desde filas académicas abiertamente hostiles al saber filosófico la estructura interna de la naturaleza del método Di Bella sería resuelta en el seno mismo de las coordenadas de las disciplinas presentadas como auténticas ciencias humanas, caso de la sociología de la ciencia; de este modo, autores como Barry Barnes recelarían del tratamiento periodístico y zanjarían definitivamente la polémica introduciendo variables externas de corte estrictamente social, variables esencialmente entendidas como la causa determinante de la promesa propuesta; sería, pues, una solución a un problema social, del conjunto de la sociedad (¿italiana?,¿europea?,¿mundial?), con lo que analizando la raíz del problema, atendiendo a la perspectiva sociológica envolvente del quehacer científico, se da cuenta de las causas reales capaces de explicar objetivamente, evitando subterfugios filosóficos, la naturaleza del método Di Bella que en el fondo es una respuesta a una demanda social. Pero, ¿qué tiene de coherente, según el enfoque hasta ahora dado, el que sea tratado por los informadores como un problema complejo, novedoso, y aún inabarcable racionalmente en todas sus dimensiones? Siendo breves, su coherencia estriba, por un lado, en que la nueva relación médico paciente cambia radicalmente, la posibilidad de una cura que requiera una intervención quirúrgica, con los lógicos riesgos para el paciente, queda en principio anulada, su simplicidad en la ejecución del tratamiento facilita una disminución drástica en los días de hospitalización del enfermo sometido a dicho método con lo cual la masificación de las secciones hospitalarias del servicio de oncología se verían notablemente aliviadas, las desagradables sesiones de quimioterapia con los sufrimientos que ellas conllevan y el desánimo que alienta en los enfermos quedaría erradicado, además comportaría una mayor capacidad de intervención y decisión por parte del paciente y su entorno más próximo resultando así más firmemente garantizados sus derechos como cliente de un servicio público que demanda una buena atención y exige no ver mermada su capacidad de elección; por otro lado, al ser una terapia regeneradora, revitalizadora de las células sanas o no destructiva como sucedía con la quimioterapia, no acarrea riesgos en los pacientes que vayan voluntariamente a soportar por primera vez tal proceso de cura, al no ser nociva para el paciente, se puede directamente experimentar con enfermos humanos quedando anulado el protocolo de experimentación, exigente en extremo con el necesario paso de la investigación por los enfermos no humanos, primero roedores y finalmente con los seres más próximos a nuestra naturaleza animal humana, o sea, con los primates (hoy los fundamentalistas defensores del Proyecto Gran Simio encontrarían un motivo evidente de satisfacción y su adherencia al mecanismo de cura propuesto mostraría una impronta ideológica a favor prioritariamente de los protohumanos de nuestro presente, quedando en última instancia relegada a un segundo plano la cuestión central articulada en torno a los enfermos humanos). Todas esta peculiaridades extraídas del método de Di Bella favorecen el interés y la atracción de los enfermos del momento y de los ciudadanos italianos involucrados en el asunto en tanto que asumen su condición de potenciales enfermos de cáncer. Pero las ventajas apuntadas desde este novedoso método de cura no se agotan con este superficial análisis más arriba confeccionado. Otros autores ya han reconocido como cuestión de vital importancia la relación médico paciente; los propios periodistas científicos la erigen como centro de la noticia. “El médico no puede ser privado del derecho a la libertad terapéutica que está en la base de la relación médico-paciente”. Esta cita recogida el 11 de enero servirá de punto de partida para el análisis que a continuación abordaremos de la mano de Neil Postman en su libro intitulado Tecnópolis: la rendición de la cultura a la tecnología. Con la quimioterapia, y aquí nos vemos obligados a llevar a cabo un análisis comparativo, la relación entre médico paciente se enfría considerablemente a la vez que se mediatiza, vía tecnología, y se hace especialmente distante; es decir, las tradicionales relaciones éticas configuradas alrededor de relaciones próximas a la amistad, de equidad entre médico y paciente, se sustituyen por otras relaciones ahora enmarcadas dentro de un nuevo orden moral donde el encuentro viene definido por un médico cuya actividad ejerce como profesional y un paciente deseoso de hallar soluciones para sus problemas. Ahora la naturaleza de las relaciones vendrá definida por criterios de desigualdad apoyados a priori en el mayor o menor grado de conocimiento de cada uno de los miembros de la relación momentáneamente establecida. Con esta nueva propuesta de terapia parece garantizado un trato más humano, más próximo o ético, entre médico y paciente. Sin dejar de reconocer que la mediación tecnológica no deja de ser una eventualidad humana, ya que si bien es física no es física natural sino que realmente es física humana, el nuevo vínculo médico paciente introducido con la terapia del modenese repercute favorablemente en la consolidación por parte del paciente de su firmeza o perseveración activa en su lucha por el restablecimiento de la salud al quedar en él depositado un mayor compromiso de mejora. Declinará de esta manera la dominante y actual relación médico paciente subrayada por Neil Postman en Tecnópolis y en donde leemos:

“ Al llegar el siglo XX, la medicina ya estaba definitivamente encaminada hacia una confianza casi total en la tecnología [parece inclinarse por el diagnóstico frankfurtiano sobre la tecnología entendida como razón instrumental al servicio de la verdad, de la objetividad, y en última instancia capaz de neutralizar al ser humano hasta convertirlo en cosa u objeto de experimentación], sobre todo después del desarrollo de los laboratorios de diagnóstico y el descubrimiento y uso de los antibióticos en la década de 1940. La práctica médica había entrado en una nueva fase. La primera se había caracterizado por la comunicación directa con las experiencias del paciente, basada en lo que el propio paciente contaba y en las preguntas y observaciones del médico. La segunda se definía por la comunicación directa con los cuerpos de los pacientes mediante el examen físico, incluyendo el uso de tecnologías cuidadosamente seleccionadas. La fase en la que estamos ahora está caracterizada por la comunicación indirecta con la experiencia del paciente y el cuerpo a través de maquinaria técnica. En esta fase presenciamos el surgimiento de especialistas –por ejemplo, patólogos, radiólogos- que interpretan el significado de la información técnica y no tienen absolutamente ninguna relación con el paciente, sólo con tejidos y fotografías. Ha de suponerse que, a medida que la práctica médica se iba desplazando de una fase a otra, los médicos tendían a perder las habilidades y aptitudes que predominan en la fase previa” (1994,pp. 133-134. La anotación entre corchetes es nuestra).

La casi neutralización del paciente actual a su condición de mero objeto diseccionado en campos especializados de investigación y tratamiento médico repercute activamente en su deterioro ético personal al serle reducida a mínimos su capacidad de elección libre y de participación interesada en el proceso de cura. La fría relación descrita por Postman se ve superada con la propuesta de Di Bella al hacer recaer en el propio paciente la posibilidad real de doblegar la enfermedad. Este compromiso compartido por el paciente y el equipo médico protagonista del método de recuperación incidirá favorablemente en el resultado final al lograr sortear la participación obligada, y en ocasiones poco colaboradora, del enfermo con las decisiones asumidas exclusivamente por el oncólogo especialista. Pero los supuestos beneficios incorporados al nuevo método de cura no se agotan con lo ya descrito, nuestro modo de entender conceptos tan familiares y asumidos intuitivamente por todos como enfermedad y dolor darían un vuelco significativo. Por de pronto, cambiarían no sólo en su contenido semántico sino también en el modo de entender la parcela de realidad a la que hacen referencia. Para recoger con mayor rigor lo que venimos diciendo acudiremos a la obra de Iván Illich Némesis médica. Inicialmente el cambio se nos mostraría como radical, al ser sustituida su visión conceptual ahistórica y perenne por otra histórica y evolutiva. Un recorrido histórico, filológico, permite encauzar el sentido del estudio de Iván Illich. Enfermedad y dolor son dos conceptos que han discurrido a lo largo de la historia con significados diversos y en ocasiones heterogéneos. Retomando la cita con la que iniciábamos este apartado, “convivir con el tumor”, rescata una visión más humana de la enfermedad (quizá más cristiana si seguimos las líneas prefijadas por Illich), y por la misma razón del dolor, tratándola como una circunstancia que no necesariamente debemos exterminar; objetivo impuesto en el método médico ejercido a través de la quimioterapia si bien, en el caso satisfactorio del resultado final, aún media un camino de sufrimiento próximo a convertirse en auténtico infierno; como subraya sobre este asunto Illich:

“La moderna civilización médica cosmopolita niega la necesidad de que el hombre acepte el dolor, la enfermedad y la muerte [ Shelley llega incluso a novelar tal desafío en su famosa obra Frankenstein]. La civilización médica está planificada y organizada para matar el dolor [no es fatuo en este sentido recordar que el aumento del consumo de analgésicos en nuestra civilización occidental y en especial tras la segunda gran guerra va en continuo aumento, nuestro umbral del dolor disminuye a medida que nos percatamos de la posibilidad artificial de su eliminación]” (los añadidos entre corchetes son nuestros, 1975,p. 115). Por lo que concluye: “Cuando el ser humano se hace dependiente del manejo de su intimidad (experiencias del dolor, la enfermedad y la muerte), renuncia a su autonomía y su salud tiene que decaer. El verdadero milagro de la medicina moderna es diabólico. Consiste no sólo en hacer que individuos sino poblaciones enteras sobrevivan en niveles inhumanamente bajos de salud personal” (1975, p. 218).

Son otras las consecuencias fácilmente extraíbles de la nueva terapia de lucha contra el cáncer. Salpicaría inevitablemente a las firmemente asentadas estructuras médico-administrativas de los centros de salud. Los especialistas oncológicos de verse corroborada con éxito la propuesta de cura del profesor Di Bella y su equipo comprobarían que su presencia, en el conjunto del sistema sanitario, sufriría una drástica merma, sus necesarios servicios actuales, en ocasiones superados por la demanda cada vez mayor de enfermos de cáncer necesitados de atención, pasarían a ser obviamente reducidos, con menos personal se realizaría más tarea y con mayor eficacia lo que redundaría en beneficio de los pacientes y del conjunto de los ciudadanos italianos si se enfoca dicha posibilidad práctica desde criterios estrictamente económicos y concretamente impositivos. Bajo este prisma argumentativo deben analizarse muchas de las pugnas expuestas por los medios de comunicación. Reconocer el origen gremial de cada uno de los protagonistas de la discusión sirve para despejar alguna duda respecto a los argumentos esgrimidos frente a otros. Se evidencia que el conocimiento científico puede introducir modificaciones sustanciales en un organigrama tan consolidado como el médico administrativo.

Los aparentemente beneficiosos resultados de la metodología médica del profesor Di Bella no se agotan todavía. Las ventajas también inciden a nivel de consumidor deseoso por adquirir un buen producto a un buen precio. Del llamado cóctel Di Bella que incorpora como ingrediente básico la somatostadina leemos en La Stampa:

“Si la combinación de fármacos llegara a ser eficaz, los medicamentos costarían muy poco porque el estudio ha sido prometido desde el Servicio Nacional de Salud y el precio final de los fármacos no tendría el añadido resultante de los costes de la investigación”.

Evidentemente la oportunidad de negocio de la industria farmacéutica se resentiría. Y si a ello sumamos que en el método de cura no se considera oportuna ningún tipo de intervención quirúrgica o agresiva los gastos en material sanitario, en muchos casos carísimos dada “su altísima y avanzada tecnología” como podemos leer en la prensa, correrían la misma suerte o una suerte aún peor que la de la poderosísima industria farmacéutica la cual quedaría excluida de la posibilidad de un atractivo y especialmente enriquecedor negocio.

La realidad es que desgraciadamente esta situación de estancamiento burocrático propicia un interés inusitado de sectores sociales insertados en la ilegalidad. Rápidamente se percatan del negocio habilitado en torno a los medicamentos requeridos para llevar adelante el nuevo método de cura. Alrededor de este foco de especulación farmacéutica halla cobijo seguro la mafia; comienza a controlar en forma de monopolio de distribución el componente básico del cóctel de Di Bella, es decir, la somatostadina; las farmacias, únicos centros autorizados por el estado italiano para la distribución de dichos medicamentos, comienzan a notar la escasez, la demanda crece a la vez que disminuye drásticamente el número de fármacos necesarios disponibles para someterse a la nueva cura. Lo más destacado del asunto estriba en la paulatina merma de productos farmacéuticos ocasionada por el control ilegal de la mafia de dicha mercancía sanitaria; esta práctica, a todas luces inmoral y en detrimento de los enfermos, repercute en el aumento desorbitado del precio de la somatostadina convirtiéndola en inaccesible para la mayoría de ciudadanos italianos, y es la causa directa del incremento de visitas a la vecina Hungría con el fin de adquirir en su mercado lo que en Italia ha pasado a ser económicamente prohibitivo. A estas alturas de la polémica es obligado señalar nuevamente que lo que comenzó en un laboratorio y que tenía como único objetivo la erradicación definitiva de una enfermedad como la del cáncer acaba transformándose en un asunto de interés nacional capaz de sacar a la luz problemas hasta la fecha casi olvidados o al menos canalizados dentro de los cauces normales de la noble disputa política. Es, pues, lógica por necesaria la intervención, aunque sólo sea testimonial, del Presidente de la República Italiana Oscar Luigi Scalfaro pidiendo un rápido esclarecimiento que redunde favorablemente en la resolución del conflicto.

5.- DOS VISIONES DE LA PRÁCTICA CIENTÍFICA MÉDICA

Ahora bien, ¿a qué se debe esta encrucijada paralizante de intereses en un momento que como se recoge en la prensa diaria y en las diferentes cadenas de televisión el tiempo apremia y de forma especial para los diagnosticados oficialmente como “enfermos terminales”? Esta interrogante puede encontrar respuesta acudiendo a un examen sosegado de la ciencia médica en ejercicio, para unos diana de todo tipo de críticas, para otros esperanza real, no fantasiosa, de salvación. Ambas perspectivas, o visiones de la ciencia, se muestran, desde un punto de vista crítico y distante con cada una de las partes, como inconmensurables y son a su vez un fiel reflejo de una larga tradición teórica sobre la ciencia que se ha ido fraguando principalmente durante el siglo pasado. Desde ambas perspectivas antagónicas se acude a la ciencia para de algún modo resolver totalmente o parcialmente la confusión creada.

(A).- Los defensores de la llamada, para entendernos, ciencia normal u oficial se adhieren a ella como refugio inquebrantable de coherencia y racionalidad ajena a cualquier atisbo de caprichoso interés particular. El gobierno, con la Ministra Rosy Bindi a la cabeza, entreteje su urdimbre discursiva entorno a la ciencia. Su objetivo obligado como miembro del ejecutivo no es otro que la persecución del mayor beneficio común articulado alrededor del buen orden social. Su desconfianza en las diferentes propuestas expuestas hasta el momento, muchas de ellas claramente determinadas ideológicamente, inciden en que su apuesta sea decididamente favorable a una resolución científica del conflicto público abierto por el profesor Di Bella. Su exigencia incide especialmente en las pruebas empíricas que acrediten la veracidad de los resultados defendidos por el modenese y su equipo. Su principal petición son las fichas que contienen presuntamente (según testimonio del profesor Di Bella, esto es, el interesado, lo que para la ministra hace que sea dudoso) los “datos” de las pruebas realizadas ya con pacientes de cáncer y que han resultado, según los protagonistas que han dirigido tal práctica investigadora, satisfactorios y concluyentes. El gobierno no está sólo en esta estrategia dilucidadora, cuenta con el apoyo inestimable de los “expertos” más prestigiosos de la ciencia italiana como el premio Nóbel de Fisiología o Medicina en 1975 Renato Dulbecco que, en la misma línea que la Ministra de Sanidad, reclama la realización de una experimentación fundamentalmente objetiva, hecho que necesariamente requiere al menos de las siguientes condiciones: un número considerable de pruebas, un examen detallado de los pacientes y su estado de salud previo a la realización de la experimentación, contrastación experimental de la eficacia del cóctel basado en la somatostadina haciendo especial énfasis en el efecto placebo o predisposición del enfermo a sentirse aliviado de su padecimiento al reconocer en la adecuación del tratamiento con sustancias inocuas que desconoce su mejoría, la exclusión de dichas pruebas del profesor Di Bella con el fin de garantizar la imparcialidad y neutralidad deseadas (no olvidar que de forma análoga utiliza el mismo argumento el médico modenese y su equipo pero esta vez contando con su presencia), requisitos estos últimos que podrían verse empañados por dudosas interpretaciones o por manipulaciones que violasen el código deontológico de todo profesional de la medicina. En este punto Dulbecco y el gobierno pretenden mostrarse prudentes, no dicen que su comportamiento sea deshonesto, simplemente quieren evitar la posibilidad de que pueda llegar a serlo y, por último, la espinosa cuestión del tiempo, es decir, hablamos de aproximadamente cinco o seis años como periodo mínimo exigido para cumplir con el protocolo médico investigativo; esta última afirmación choca frontalmente con las ilusiones de los enfermos terminales y no, como se transmite desde los diferentes medios de comunicación, con la incomprensión de los defensores de la ciencia oficial o empírica.

(B).- Otro enfoque viene diseñado desde las filas afines al denominado movimiento CTS. La lectura que del asunto se realiza y el juicio que se emite es evidentemente diferente, lo que en un primer momento ya nos permite reconocer, desde nuestra atalaya de objetividad crítica que analiza la confusa situación, el carácter no concluyente de los hechos evaluados. Mientras que los miembros del gobierno italiano y científicos de reconocido prestigio como Dulbecco consideran el problema como un asunto permeable a una posible solución definitiva que aclare la anomalía, neutral o vacía de juicios de valor, y objetiva que repercuta favorablemente en la transmisión fiable de una información capaz de convencer al público en general y a los enfermos en particular, los miembros de la comunidad científica y otros allegados, caso de la mayoría de los miembros de la prensa, al profesor Di Bella lo consideran como un problema abierto, esto es: la decisión que se adopte no va a estar libre de valoraciones que trasciendan la misma práctica científica, los hechos o datos objeto de estudio inciden positivamente en la resolución del problema pero están lejos de ser definitivos, de ser el fundamento único que sirva de sustento a la decisión que se vaya a tomar. Por tanto, en contra de lo que manifiesta la Ministra de Sanidad Rosy Bindi, no es un problema que tenga única y exclusivamente una lectura y respuesta científica, aunque tal vez haya que decir en favor de la Ministra que su vuelta a los laboratorios sería bienvenida una vez demostrado que su puesta en la escena pública, especialmente vía televisión, ha resultado un auténtico fiasco. Es obvio que la ciencia médica puesta encima de la mesa soporta múltiples y heterogéneas interpretaciones paridas desde reconocidos grupos del saber científico y desde grupos de la práctica política muy diversos lo que hacen de dicha actividad investigadora un bien a la vez que preciado, peligroso. Por este motivo se mantiene por parte de los adeptos al movimiento CTS que su control requiere de la participación activa y legítima de todos a la hora de tomar decisiones; decisiones que no son puramente científicas o tecnológicas sino que también son, acudiendo a los planteamientos defendidos por Winner (1987), políticas.

Ya señalábamos más arriba el carácter abierto del problema. Y es que tras un somero análisis intersubjetivo y público las interrogantes que se pueden extraer son múltiples, entre otras: ¿cómo se podría experimentar, según los tradicionales mecanismos de investigación, un método que, hasta donde hemos podido entender, se basa en la extrema variabilidad? Si por algo reconocemos en la ciencia un compromiso con la verdad es por su interés en mostrarnos una ejecución gobernada por reglas necesarias dirigidas por criterios lógicos, por el seguimiento sin titubeos de un orden impuesto, de un método, de cada uno de los agentes científicos y que tiene la posibilidad de ser repetido satisfactoriamente por cualquier otro especialista en la materia. Así pues, no es que no se pueda efectuar una evaluación científica rigurosa (al menos siguiendo los métodos tradicionales) tras un examen minucioso de los datos aportados es que ya de antemano, a priori, se excluye tal posibilidad. Así dadas las cosas la cuestión es por poco frecuente notoriamente relevante, lo que nos lleva a preguntar: ¿el asunto del que tratamos se puede considerar científico o no? No sería estéril advertir que decantarse por una postura afirmativa o negativa nos conduce irremediablemente al planteamiento de otras cuestiones de no menos interés: si asumimos la existencia de un mínimo grado de verosimilitud en esta propuesta de erradicación de la enfermedad del cáncer, ¿en base a qué criterios podemos evaluar satisfactoriamente tal novedoso método de cura?, y si nuestra consideración es negativa, dudamos no sólo de la eficacia del método sino también de su misma coherencia asociada a la razón, ¿estamos entonces ante un caso de fraude pseudociéntifico y simplemente nos enfrentamos ante un problema de naturaleza política con marcados intereses económicos de por medio? Las hipótesis que se pueden derivar como respuesta que permita salir de este callejón sin salida son innumerables y dadas las condiciones impuestas por el trabajo en marcha evitaremos entrar en este juego de posibles futuribles.

Tras señalar los puntos a favor de la propuesta de cura del profesor Di Bella y las confusas manifestaciones que sobre el método se saben a través de los medios de comunicación y que urge institucionalmente aclarar abordaremos brevemente otros asuntos. Las interrogantes que salpican a la propia opinión pública deben ser resueltas, en caso contrario sería inevitable la generación no deseada por nadie de nuevas anomalías que incrementarían más aún si cabe el malestar de la sociedad italiana. La denuncia pública de esos asuntos no aclarados, que en nuestro trabajo hemos simplemente señalado, es una obligación moral de la que pueden participar políticos, científicos, periodistas, empresarios farmacéuticos, sociólogos, filósofos, público en general que se reconozca preparado intelectualmente para enriquecer el debate y los protagonistas no voluntarios que sufren en sus carnes la enfermedad del cáncer. En este sentido y siguiendo la senda marcado por Bruno Latour (1992) serían un gran número de personas las que con mayor o menor protagonismo, en diferentes órdenes de responsabilidad y por supuesto de conocimiento especializado, harían ciencia.

El argumento que mantiene en la cresta de la ola mediática y científica a Di Bella no es otro que su convicción, no sabemos realmente si apoyada o no en la ciencia, de que su tan discutido método es eficaz en la lucha contra la enfermedades oncológicas. Ahora bien, este discurso salpicado de intenciones necesita ser más preciso, abrigar una documentada y variada contrastación experimental y sobre todo: ser consciente y responsable de los riesgos que entraña la manifestación pública de dicho acontecimiento en el campo de la ciencia. Dejando de lado las valoraciones que los diferentes colectivos sociales, ya sean constituidos estos por expertos o no, han hecho del método (en muchos casos claramente interesadas y especialmente al trascender al ámbito de la ciudadanía la discusión), lo que no se puede desdeñar son interrogantes del tipo: ¿qué clase de cánceres realmente puede curar?, ¿en qué preciso estado de salud deben encontrarse los pacientes para que puedan obtener el visto bueno y someterse al novedoso proceso de cura?, ¿pueden realmente participar con garantías de cura los enfermos terminales? (sobre este particular cabe señalar que tras el consentimiento del Ministerio de Sanidad a la nueva práctica médica de investigación el número de enfermos terminales en la lista de seleccionados era especialmente reducido, muy por debajo de las expectativas creadas entre el público y en concreto entre los pacientes), ¿cómo afectará esta polémica a otros cursos de investigación en marcha en el área de la salud y que necesitan para ser desarrollados del apoyo financiero público o privado? (en esta línea argumentativa se dirigió algún artículo de Gianni Vattimo, por cierto no bien acogida por los lectores de La Stampa; no tardaría el padre del “pensiero debole” en publicar otro artículo en el que rectificaba lo anteriormente escrito), ¿qué verdaderos criterios se explicitan para aconsejar con un mínimo de riesgo que un paciente que esté siendo tratado con quimioterapia abandone ésta para someterse a la nueva cura no probada del profesor Di Bella?, ¿esta elección es responsabilidad del paciente y/o del médico? En suma, las interrogantes abiertas parecen alejarse más todavía de una posible respuesta concluyente y con la información de la que disponemos no nos atrevemos a ser nosotros los que osemos aventurarnos en tal hazaña.

6.- CONCLUSIÓN

Resaltar en todo este embrollo que quizá sea un peculiar caso de ciencia médica para el cual la publicidad, el estar en boca de todos, haya resultado más perjudicial que beneficioso dada entre otras razones la alarmante escasez de datos que puedan dar luz verde y con un mínimo de garantías a cualquier atisbo de solución parcial, y no nos olvidamos de precisar que no estamos diciendo que los datos sean el quid de la cuestión sino que simplemente advertimos que estos son necesarios y escudarse en los pacientes y su libertad de cura y privacidad para no trasladar a las autoridades médicas los resultados obtenidos tras la fase de experimentación del método parece a todas luces una utilización abusiva y errónea de normas éticas hipostasiadas a un plano tan elevado que las trasforma en obstáculo para el esclarecimiento del problema, y en práctica inmoral por ausencia de generosidad que sólo con la aplicación efectiva del derecho se puede superar.

En conclusión, el modelo evaluativo recogido en la prensa no es reactivo, negativo, en tanto que abre la puerta en la toma de decisiones a la participación pública y no es utilitarista ya que no reduce el impacto de la investigación médica desarrollada por el profesor Di Bella a parámetros de análisis coste-beneficio, enfoque valorativo muy asiduo entre los representantes políticos asesorados por expertos. Con todo, este nuevo modelo quizá peque de ingenuidad en el análisis de la estructura social. Presupone una democracia no real, ideal, una democracia sin límites, accesible a todas la manifestaciones cotidianas como si éstas pudieran sólo ser racionalmente tratadas a través de la participación desinteresada y sin coacciones de todos los ciudadanos y no sólo eso, supone una dinámica tan perfecta que cada grupo social ya sea un grupo político, una comunidad médica, una asociación de enfermos de cáncer, una gran empresa farmacéutica, (que a su vez, no lo olvidemos, es en el fondo otro grupo tan legítimo como cualquier otro de trabajadores y accionistas), etc. dado que tiene el derecho para intervenir (otras asociaciones, caso de la mafia, participan sin ese derecho) tiene automáticamente la misma fuerza operativa y decisiva sobre el impacto científico y tecnológico de la práctica médica analizada. El modelo político de la democracia garantiza la participación ciudadana por igual, entendida en sentido distributivo, pero lo que no puede garantizar, de ahí que sea más correcto hablar en este marco de igualdad atributiva, es que haya diferentes potencialidades operativas humanas, que haya diferentes posibilidades de ejecución de planes, que haya diferentes grados de libertad según su fuerza para hacer efectivos sus proyectos. Además, es un error homogeneizar los modelos de evaluación participativos sin analizar previamente las sociedades particulares, los intereses concretos enfrentados, los objetivos buscados en cada caso, y es un error no percatarse de que en el orden político donde logra instalarse la polémica estudiada no se haya en su esencia una armonía que pueda conducir al entendimiento de todas las partes enfrentadas y al logro efectivo, político, del bienestar del conjunto de la sociedad italiana sino que lo que en realidad encierra es un equilibrio basado en una lucha por la vida a nivel de los diferentes grupos de poder, ya sean legalmente reconocidos ya sean, como en el caso de la mafia, ilegalmente reconocidos, un equilibrio en definitiva de supervivencia del más apto en el seno del estado italiano, que no es más que, valiéndonos de un concepto de naturaleza biológica ya utilizado en su teoría política por el profesor Gustavo Bueno, una biocenosis. Y es aquí donde la cura del profesor Di Bella sirve de coartada a los diferentes grupos sociales para llevar a cabo sus planes, sus intereses de grupo, desprestigiando en gran medida la labor científica, su compromiso con la razón y la verdad, y aupando a la gloria del reconocimiento público a pseudosaberes inmersos en las catacumbas de la sinrazón como los de los naturópatas, videntes, astrólogos, y otros muchos que en la marea de confusión instalada ven con inusitado interés la apertura a nuevas oportunidades de negocio.

BIBLIOGRAFÍA

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