¿Por qué no el caló o romaní cooficial?
Fecha: 27 marzo, 2021 por: dariomartinez
De ellos la hemos tomada prestada. Una palabra coloquial y tan en uso como «jiñar». Dice nuestra constitución que la regla de las mayorías no ha de obviar el respeto a las minorías. Hoy en nuestro país muchas minorías se desenvuelven con soltura y legitimidad alrededor de sus lenguas vernáculas. Su fuerza está arraigada sobre tierra firme. El espacio de la lengua es el territorio que la parió. El hablar propio no es un mero flatus vocis sin consecuencias materiales y políticas. La lengua delimita fronteras físicas. Protegen lo interno y se diferencian a través del no entendimiento de lo externo, ajeno, y forastero. El camino posmoderno y neofeudal, que todo lo iguala en el límite interno del territorio, todo un proyecto con futuro más cierto
Nos decía Locke que la propiedad es de quien la cultiva, una forma indirecta para que podamos entender que los pueblos no sedentarios, de espaldas a la domesticación de la semilla o de los animales, no tienen patria, no conocen fronteras, su reino sí es de este mundo, y la naturaleza que los alberga será entendida como ser con voluntad, podríamos decir que espiritual, viva, que sirve para subsistir y mantener al grupo, pero que puede ser arbitrariamente imprevisible y mortal. Así se ama y se odia, da la vida y la quita. El nómada no tiene territorio, y no lo tiene porque no está delimitado por fronteras. No posee una comunidad política asentada y que legalmente la haga suya con el derecho positivo en la mano. Tampoco pensemos, por deducción poco rigurosa, que un mundo así sería necesariamente más pacífico, armonioso y equilibrado. Las guerras, a modo de conflictos a muerte, se evidenciaban con habitualidad, incluso podían llegar a ser de extermino de unos pueblos con voluntad de dominio mayor sobre otros con menor realidad o poder.
Pues bien, el pueblo gitano por tradición, inercia que continua con relativa fuerza, es nómada, sus leyes son las del grupo, sus intereses los internos y particulares, homogéneos y convergentes. Por historia tienen su propia lengua minoritaria: el caló con sus variantes. No conoce fronteras, se habla y permita que se entiendan los gitanos de Francia, Portugal y España pero curiosamente su lengua no es protegida ni públicamente promocionada.
Recientemente una iniciativa en forma de proposición no de ley aprueba la promoción del asturiano y el aragonés como lenguas cooficiales del Estado español. Los puntos de encuentro y apoyo entre las diferentes formaciones que aprueban el texto de EH Bildu son de sobra conocidas: la defensa de las lenguas vernáculas y minoritarias. La diferencia suma, sí, pero entendiendo, cosa que involuntariamente se ignora (o no, quizá sea este un argumento emotivo y bienintencionado), que la suma es de una totalidad entendida distributivamente, es decir en la que el todo, la suma definitiva nada tiene que ver con la unidad de España como nación política, sino con la idea del fin de la misma, de su implosión democrática y autodeterminada, libre y supuestamente en apoyo de los más vulnerables. A favor aúna una corriente de opinión afín para la constitución de futuras republicas neofeudales independientes, obviamente más débiles en el seno de la biocenosis europea.
Como se puede comprobar aún estamos a la espera de que ese afán democrático y condescendiente con las lenguas minoritarios y ajenas a sus respectivos territorios se vuelque también con el caló; pero me temo que la asociación, lengua, cultura y territorio inventada por Fichte y asimilada por nuestros amigos secesionistas no esté en el ideario ideológico de los promotores de tan loables ideales. Dentro de los axiomas políticos que permitan deducir un futuro estado independiente de los partidos conservadores y nacionalistas actuales parece que no encaja la idiosincrasia de un pueblo como el gitano ninguneado hasta las entrañas por sus élites
No veo la posibilidad de que se les pueda «camelar» para que también piensen en ellos y de paso hacer de su lengua una lengua vehicular, nacional, que sea deber de todo funcionario del Estado su conocimiento y dominio para dar un mejor servicio a dichas minorías.
Estaré atento a sus programas políticos, igual en un futuro próximo dejen en ridículo mis argumentos.