UN MÍNIMO HOMENAJE
Fecha: 23 abril, 2020 por: dariomartinez
Día del libro. Día grande para las letras españolas. Tecnología poderosísima materializada en forma de sonidos, letras y me atrevería a decir que también en gestos. Herramienta gramaticalizada en su día para dar forma a todo un Imperio. Organizar algo tan grande a nivel social, religioso, político, económico, militar y cultural le permitió a Cervantes poder plasmar su poetizar a través de una ficción única.
Una presencia merecida: Cervantes. Más de cuatro siglos entre nosotros. Su Quijote en el olimpo de la novela moderna. La figura del antihéroe. El personaje que se convierte en persona, que entierra su ser original, para hacer algo tan grande como la universalidad de su momento. Un ser que para existir necesita salir de su biblioteca: « Hechas, pues, estas prevenciones, no quiso aguardar más tiempo a poner en efecto su pensamiento, apretándole a ello la falta que él pensaba que hacía en el mundo su tardanza, según eran los agravios que pensaba deshacer, tuertos que enderezar, sinrazones que enmendar, y abusos que mejorar, y deudas que satisfacer». Un héroe que extiende su locura por obra de quienes le siguen el juego. Un personaje que muere con el renacimiento de su verdadero ser: «Señores -dijo don Quijote-, vámonos poco a poco, pues ya en los nidos de antaño no hay pájaros hogaño: yo fui loco, y ya soy cuerdo; fui don Quijote de la Mancha, y soy agora, como he dicho, Alonso Quijano el Bueno. Pueda con vuestras mercedes mi arrepentimiento y mi verdad volverme a la estimación que de mí se tenía, y prosiga adelante el señor escribano», pero que hemos de asimilar para reconocer los restos de un nuestro naufragio, para saber estar atentos a los avatares de la vida en común, y saber hacerlo si es aprovechado con la ventaja de una lengua hablada ya por 500 millones de hablantes.
Festejemos con el recuerdo a un maestro de las letras españolas. Reivindiquemos el día del libro, pero no de cualquier libro, acudamos a los mejores, apostemos por hacer inteligible el arte noble de la literatura, huyamos como de la peste, como de una epidemia preparada para la pesadilla, de la mediocridad, de los puros sentimientos, de voluntades cargadas de sinrazón y efecto de una espuria inteligencia superior e inaprensible. Descartemos el sumidero de lo irracional, no nos sintamos atraídos por delirios sin gusto, o literaturas banales, reivindiquemos lo universal. Otorguémosle la importancia que se merece a quién verdaderamente se ha de leer, seleccionemos lo mejor, acojamos con los brazos abiertos a los menos, a los verdaderos sabios. No olvidemos a Cervantes. En nuestro recuerdo su presencia.
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